Hoy que está
lloviendo me llega el sosiego, la serenidad al ver caer el agua que ha tardado
en llagar a la zona donde vivo desde hace muchos meses. Al salir al jardín,
además de ver que las plantas se les ve disfrutar también, en lugares apartados
he observado como los caracoles se están comiendo a besos, se están poniendo
morados. Atrás queda la incertidumbre, el levantarse por la mañana y lo
primero, abrir la ventana y ver las nubes o su ausencia. Pertenezco a la última
generación de alpujarreños que sienten en su piel la conexión que existe entre
la tierra, las semillas y el agua. La generación que me sustituirá, para ellos
la tierra son los paisajes, las semillas son las comprar en los supermercados y
el agua es tener o no tenerla en los grifos. Hoy el globo terráqueo se divide
en dos con relación a la lluvia. Los que necesitan que llueva para eliminar la
contaminación de las ciudades y los que necesitan el agua para fecundar la
tierra para que siga en armonía los ciclos de la vida.
Recuerdo las
rogativas en Benínar que se planteaban ante la impotencia de la ausencia de la
lluvia. Con sacar en procesión a San Marcos (rey de los charcos) por las afueras del pueblo, (sería con la
intención que dicho intercesor ante el dios de la lluvia, viese el estado de la
tierra, de las fuentes y de las plantas) para que in sito se hiciese cargo,
tomara conciencia, se moviese mucho más de lo que hasta aquellos momentos se
había movido, para que lloviese, dicha procesión, rezos y cantos era el
preludio de la lluvia mansa que saciaba la tierra. También asocio a que en la
peana del santo solo se le ponían flores de olivarda o altabacas que eran las que
florecían en aquellos momentos en los brazales, en las terreras, como también me las encuentro por los caminos donde vivo..
El estado del
suelo desquebrajado, la vegetación amarillenta y las hojas retorcidas por la
ausencia de la lluvia, deshidratada hasta el límite, ya no podían esperar más. Los
rastrojos estaban pidiendo a gritos ser roturados por los arados o vertederas. ¡Ahora!.
Es el grito que solo escuchaban y escuchan las gentes del campo, o después sería
tarde para acoger en su seno las
semillas.
En el año
eran dos los meses que culminaban, se decidía, si en ese año habría o no
rogativas, el mes de noviembre y el de abril. Noviembre por la simbiosis,
tierra, agua y arado. La siembra del trigo, que en el año próximo se tendría o no el pan
nuestro de cada día. “Abril (por el dicho popular) que la sementera chica o grande ha de subir”. Si el agua no era propicia en dicho mes, las
calvas en el sembrado daban pena, el trabajo y el esfuerzo no había sido
recompensado y las espigas sin apenas
granos, desolaban. Los rostros de los benineros ante aquella imagen era de
desconsolación.
Lo cierto
es, qué, ya casi estamos en noviembre y esta mañana mientras paseaba por el
campo para mí que olía a incienso. El mismo olor que salía del incensario que
portaban los monaguillos abriendo la procesión en las rogativas de Benínar, que
el olor se hacía más intenso cuando San Marcos pasaba por La Ramblilla de
Hirmes a la altura de la Joya. Me inclino para oler a una de las plantas de
olivarda del camino y de allí no era el olor, en la altabaca no estaba. He buscado más flores a mí
alrededor y allí solo estaba florecida la altabaca. ¿El olor de donde sale,
quien lo aporta?. ¿El olor tan solo estaba en mi imaginación?.
Necesito que
llueva y no sé, qué hacer. Mis
antepasados organizaban una rogativa, aportaban lo que los humanos en aquellos
tiempos podían aportar, procesiones, rezos y cantos. Las plantas y los animales
ponían lo demás. La tierra por donde he pasado ya está poniendo su incienso.
Huele a incienso. La altabaca está en plena floración. La tierra y las plantas
ofrecen lo que tienen para que el dios de la lluvia se compadezca. ¿Qué hicimos
mal los humanos para que las nubes que pasan por encima de nuestras casas no estén autorizadas para que suelten lluvia?.
¡Dios!. Como
era el comportamiento de mis abuelos, los benineros, ¿pensaban que sacando en
procesión a San Marcos o a San José por los campos cercanos al pueblo y
colocando en su peana unas matas de altabaca eran capaces de modificar la
posición del anticiclón de Las Azores para que entrasen por el sur de España
las borrascas?.
2 comentarios:
Veo que hay diferentes maneras de hacer rogativas, sin tener que sacar en procesión a S. José.
Te han hecho caso no?? pues parece que os han caido unos cuantos litros y siguen sumando!!
Paco, muy interesnate tu artículo.
Saludos, Juan.
Las rogativas de Benínar desaparecieron como tantas otras cosas. Lo dejo escrito para que los que vienen empujando se enteren a lo que acudían los benineros cuando no llovía.
Las procesiones nosotros no las eliminamos. Ahora pedimos otras cosas. ¿Tu no sales en ninguna?.
Donde vivo, procesiones; un puñado.
Un saludo.
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