Este escrito nace como consecuencia de leer el colgado en Plaza
de Beninar en el que se refiere a la casa de Pacoroa.
Toda una serie de temas que los benineros tenemos y debemos
desarrollar puesto que en ellos va el crecimiento de los dos momentos en que
Benínar comienza a crecer. En primer lugar la construcción de las mejores
viviendas del pueblo posiblemente en la época de las minas de plomo (a mediados
del siglo XIX) y en segundo, con el auge de los parrales a mediados del siglo
XX.
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Cuando
se decide la construcción de aquella manzana de casas justo en el centro del
pueblo, los que tenían dinero en aquellos momentos forzosamente se tuvieron que
poner de acuerdo para ir levantando paredes puesto que todas ellas eran
medianeras. Lo que es lo mismo, en una sola pared tenían que apoyarse los palos
de los techos de los dos vecinos.
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En
el siglo XIX en La Alpujarra no se conocía el cemento Portland, ni los
ladrillos (en todas sus variedades), ni hierros para el forjado y para la
construcción lo que tenían a mano era la cal, el yeso, arcilla del Cucanal y
arena del rio. Casi un siglo después, siguen en pie las viviendas construidas,
ni una más ni una menos y el último edificio que se levanta en Benínar es el
almacén que construyó Paco el de Ramón en un solar comprado a Facundo que El
Moñico tenía un plantel de almendros. Dicho almacén se levanta por primera vez
en el pueblo con pilares de hormigón y con ladrillos. El arquitecto, el aparejador y el albañil es
Rubillo.
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Recuerdo
escuchar (no sé si Paco Ruiz, el Rubillo, o Pepe el Rizo) “conservaban” aquellas placas que servían de
moldes que al llenarlas iban progresando las paredes.
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Importante
volver a desenterrar las técnicas que utilizaban los yeseros y los caleros. Si
las explotaciones de plomo, queman todos los árboles, las últimas moreras y
encinas, el yeso y la cal, arrasan con todo el matorral.
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Por
último la casa que en Benínar tenía más forjados en total cuatro era la casa de
Guadalupe. Todo un desafío para cualquier aprendiz de arquitectura puesto que
además de ser la de mayor altura no necesitaba el apoyo de las construcciones
colindante.
En los años en que se construyen las
murallas en el río, regresan los que se marcharon “para hacer las Américas” y
el pueblo va perdiendo la juventud al marcharse a Cataluña. Los jóvenes que
quedaron se plantearon una y mil veces sentados en el poyete del reducto: ¿En
vez de montar la fábrica textil en el río Llobregat, en Cataluña y llevarse a los beniner@s para que
trabajasen en ella, no sería lo más lógico, montar la fábrica en nuestro río y
dejar a los nuestros en nuestra tierra?. Si la materia prima que es el algodón
que también es de Andalucía, que nos expliquen, que nos argumenten la razón de
montar allí dicha fábrica.
1 comentario:
PAco, apuntas tal cantidad de datos, que tienes trabajo para todo un año desarroyando estos temas tan interesantes.
Saludos. Juan Gutierrez
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