lunes, 6 de junio de 2016


VA DE AMIGOS QUE DEJAN HUELLA.
ANTONIO EL DE CARPO.

Gritando, Gritar, Persona, Hombre, Calvo


Los animales en Benínar siempre se vieron de dos formas; como ayuda al trabajo (burras y mulos) o como base del alimento, como eran los animales de corral. Si que había el ciento y la madre de cazadores (el "presidente de dicha asoción", el  líder, el cura del pueblo) Se podían contar con los dedos de la mano los perros que había en el pueblo. Otro tema eran los gatos que se reproducían de forma natural sin que las personas interviniesen. Nadie los alimentaba. Vivían de los alimentos que escasamente se olvidaban fuera de las despensas y de lo que cazaban sobre todo en los alrededores del pueblo.
Comentario aparte no sé si he colgado un artículo que tengo escrito sobre los gatos alpujarreños. Es de suponer que mucho más alpujarreños que los mismos moriscos, puesto que ellos estaban cuando llegaron los moros y siguen estando en los terraos y miradores alpujarreños. Cuando os los encontréis, fijaros en su mirada y preguntaros que es lo que os están diciendo.
Volviendo al tema de los dos animales de compañía perros y gatos, empezaré por los que recuerdo a finales de los años cincuenta en mi  pueblo Benínar.

Antonio el de Carpo.

Recuerdo que a finales de 1950, nuestro paisano Antonio, soltero y con escasísimas tierras que cultivar y por supuesto nadie le llamaba para darle un jornal, de alguna forma tenía que alimentarse, y lo tenía difícil, mejor dicho muy difícil, ya que de vestirse rompía todos los moldes establecidos en comparación de cómo vestían sus paisanos. Cualquiera que llegase al pueblo podía identificarlo por los andrajos que llevaba puestos. En la actualidad, en el 2016,  vive en mi barrio un alemán que viste con el mismo estilo que Antonio el de Carpo. Quizás fuese el primer jipi del mundo mundial, que nació en Benínar y nosotros sin apreciar dicha  forma de vivir que posteriormente apareció en la TV (dicen que nacieron en el 1960 en Estados Unidos) y los benineros no supimos asociar aquella forma de vivir, y de actuar de cómo era el creador, el primer jipi,  nuestro paisano Antonio el de Carpo.
Antonio montó un negocio basándose en los conejos y los que no vendía él se los comía, al menos estaba bien alimentado. Pero llegó la mixomatosis y arruinó su negocio, precintó su despensa.
Pronto tenía que montar otro y fue el de los perros de caza en el que puso más ilusión y explicaciones a sus paisanos que cuando montó el negocio de los conejos, pero como él tenía que alimentarse y después los perros y para todos no había alimentos pues a Antonio se les fueron muriendo los perros y otro negocio que había montado  que fracasó. Antonio tenía la cara deformada de tantos abrideros de boca.

Antonio tenía “yuyo” por las zorras. No podía soportar los ladridos del zorro; lo contó a algún beninerillo gracioso, este se fue de la lengua, lo fue contando  y todos los jóvenes para cabrear  a Antonio imitaban el ladrido del zorro para sacar de quicios al pobre hombre. Muchas noches, (casi todas del año) para la gente joven era su única diversión para correr y reír por las calles del pueblo y Antonio detrás de ellos, amenazándoles y tirándole piedras. 
Si se le preguntase a alguno de los benineros que aún viven dirían que se cachondeaban los jóvenes del pueblo del pobre hombre y yo creo que nadie valoró la posibilidad de una forma de interpretar Antonio por las calles del pueblo el coro de los esclavos de “Nabucco”,  de Verdi, que todos los benineros hemos cantado miles de veces.        

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eres quien mejor narra la realidad de beninar.
Por cierto, qué fue de él ¿se marchó a San Agustín?
Decía Antonio que la zorra emitía el sonido ¡Cucu Guat!
Que el "Cucu" lo aguantaba bien, pero que con el "Guat" no podía.
Ha sido bonito que lo recuerdes.
Un abrazo.

Francisco Félix Maldonado Calvache dijo...

Antonio el de Carpo era todo un personaje. Gastamos ríos de tinta en escribir su vida, historias y anécdotas y siempre queda algo por contar.
Miles de benineros han pasado sin pena ni gloria y Antonio con sus sanas "locuras" ocupa una página completa en la historia de nuestro pueblo.