Recuerdo que
en Benínar si mencionábamos la palabra borracho a nuestra mente llegaba la
imagen del primo Juan el de Juan Antonio. No recuerdo cuando se hizo mayor. Cuando se cumplían los treinta o los cuarenta en el pueblo, todos los hombres vestían de la misma forma
y era imposible adivinar su edad. Se hacían viejos, cuando comenzaban a
deformarse y por su forma de nadar. Cuando llegó ese momento de
vestir de mayor Juan todo lo dejo aparcado y se dedicó a estar todo el día en
los bares del pueblo y en eso pasaba el día, ya que por la noche como podía
llegaba a su casa para acostarse.
Le llegó una
especie de regalo, una herencia, con la
que no contaba (lo que hoy en día puede ser una pensión) al morirse una hermana
de su madre en Granada y ser los legítimos herederos él y su hermana Carmen. En
el pueblo aquella herencia rompió el refrán que decía: “Quien tiene un amigo en Graná ni tiene amigo ni tiene na”. Granada tenía en aquella época una influía en
Benínar tremenda. Lo que ocurría en
dicha capital marcaba lo que en aquellos momentos había que hacer, tanto en lo
personal como en lo colectivo.
En aquel
tiempo el tema de las pensiones aún no habían llegado a La Alpujarra y las
personas mayores no solían emborracharse, quizás una copita de anís antes de
marcharse a la vega, pero eran muy pocos, tan solos los que tenían un real en el bolsillo; la gran mayoría tampoco tenían una cosecha a la vista para
vender y dejar la copa fiada en el bar. Lo de bar es un decir puesto que en el
pueblo se le llamaban tabernas hasta que Joaquín montó un bar con TV y
discoteca.
En Beninar después
de la guerra civil, llegó otra revolución. En el pueblo existieron unas cuantas
revoluciones, la siembra de plantas para la sosa, el esparto, las minas de
plomo, la siembra de parras, y la última hacer murallas en el río para encauzarlo y ampliar la vega.
Juan tenía
unas paratillas (terrazas de cultivo) a la vera del río y hablando con los
vecinos les propuso hacer una muralla estrechando el cauce del río y por ello
se formó un pago (la vega del pueblo estaba dividida en trozos de tierra con
una determinada acequia y todas las tierras que regaba dicha acequia se le
ponía el nombre de pago en esta caso el Pago de los Arenales). La acequia de
Los Arenales no existía antes del nacimiento de Juan. Al estar soltero y lleno de energías él, Juan el de
Juan Antonio, era el que siempre estaba
trabajando en la muralla. La madre le llevaba la comida a medio día para que no
perdiese tiempo en su trabajo. Los demás vecinos acudían para la construcción
de la muralla cuando podían, Juan siempre estaba a pie de obra y mientras
descansaba, acercaba arena, piedras o
cal. Sin él hubiese sido aquella muralla algo parecido a la Torre de Babel. Se
hubiese empezado pero no se hubiese terminado. Puede que la formación de aquel pago, Juan,
sacase la conclusión hacerse borracho
por el desencanto.
Cuando ya la
muralla estuvo totalmente terminada y su finca entarquinada, no se sabe si por
su situación de soltería, el morir sus padres, por aparecer la herencia de su tía de Granada, por, …, lo
cierto es que dejo sin sembrar aquel trozo de vega de parras, de naranjos, o de
algodón lo que en aquellos tiempos sembraban sus vecinos. Decide no hacer nada y
comenzó a buscar compañía en las tabernas hasta asumir que se había convertido en
alcohólico.
Cuando yo
tenía edad de guardar una cabra (los compromisos que asumíamos los críos para
ayudar a la familia), recuerdo un día que me lo encuentro sentado encima de la
muralla y en aquella tarde estaba ebrio; me senté a su lado y le pregunto:
-
¿Cómo
es que no estás borracho hoy?.
Me mira de
arriba abajo, se pone la mano sobre la barbilla sin dejar de mirarme y tarda
tiempo en contestarme. La cabra había saltado al bancal y se estaba comiendo el
maíz que estaba creciendo. Le tiro una
piedra a la cabra para que se fuese del maizal y Juan me dice que la deje
mientras yo estuviese sentado con él.
-
Tenemos
que hablar de la vida, - le digo - puesto que si estas callado me marcho.
-
¿Y
que conversación se puede tener con un mocoso como tu sobre la vida?. ¿Una
persona de cuarenta años que conversación puede mantener con un mequetrefe como
tú?.
-
¿Te
puedo decir lo que se dice de ti en el pueblo?. Bueno lo que dicen las
chismosas no, pero sí lo que dice Mamanona:
Le da pena como los críos se rían de ti cuando te ven borracho, de lo que
dicen las chismosas de cómo vas vestido y de cómo tienes que tener la casa de
sucia.
Con el trabajo que te ha costado hacer la muralla y ahora el bancal lo tienes
abandonado.
Que deberías de buscar una mujer y casarte como lo ha buscado tú hermana
que ha encontrado un hombre, un viudo en Murtas. Han formado una familia.
Tu deberías ir a Turón, Darrical o a Hirmes y buscar una mujer ya que
tienes finquitas que no todo el mundo lo tiene.
-
¿Qué
te ha mandado Mamanona para que me digas todas esas cosas?.
-
No.
Esas cosas yo las he escuchado después del rosario cuando se quedan para
charlar todas las mujeres en la puerta de la iglesia y la única que te
defiende, la que habla bien de ti es tu
tía, Mamanona.
Al escuchar
lo que le estaba diciendo, se tumba boca arriba, cierra los ojos y al poco
tiempo se incorpora y dice:
-
Me
voy debajo de aquella higuera que una
buena siestesita me va a poner a tono.
Ya que
estaba en la parata más alta y debajo de la higuera, me dice:
-
No
encuentro ningún argumento para explicarte mocoso la razón de ser un borracho. Son temas de mayores. Con cada trago me ahogo un diablo.
Dile a las chismosas del pueblo que los pellejos (la piel de un macho
cabrío se sacrificaba, se le untaba pez y se le daba la vuelta como un
calcetín, se amarraban las extremidades y se llenaba de vino para poder transportalo a lomos de las bestias de un pueblo a otro) que llegan de
Murtas o las damajuanas que traen los Reinosos de Ujijar todas las semanas todo
ese vino no me lo bebo yo solo.
Pregúntales cómo van a reaccionar sobre la construcción del pantano para
que tengan agua otros. Toda la vega se irá al carajo.
Mejor no le digas a nadie nada.
PD.
El escribir
sobre borrachos, la idea me surgió estando en Inglaterra ya que me encontré con
unos cuantos. Pero. Como me marca tanto
Benínar, mi pueblo, donde pase
toda mi niñez y juventud, me dije: Habla, escribe, desarrolla lo que conoces.
Cada borracho-a de Inglaterra seguro que también ellos levantaron su muralla, o
murallitas, y ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario