Con la de
historias que estoy dejando escritas en este blog sobre mi pueblo Banínar, cada vez que tenga que dormir a mis nietos, me
iré a una página y adaptaré dicha narración a la edad que tengan. Ya me las
imaginaré como pueda. A todos los niños
se les debe contar “cuentos” (historias adaptadas a su edad). Qué puñetas tiene
que ver Caperucita, Alicia que vivía en la quinta puñeta, los siete enanitos y el lobo que se comía a
todos los que pasaban por el camino, … Todos esos cuentos que tiene que ver con
en la historia de mi familia. A los
niños hay que crear en ellos la necesidad del conocimiento de su Historia, en
la que ellos son sus herederos y protagonistas.
Casi seguro
que comenzaré diciendo: Cuando yo tenía tu edad, … También puede que diga: “En
mi pueblo recuerdo que, …”
A mis nietos
no les cuento yo que la abuela vivía sola en el bosque y que la nieta era la
que le llevaba la comida. Los abuelos, los suyos los de mis nietos viven muy
cerca de ellos, no necesitaran que les lleven la comida, lo que realmente
necesitaran es que vayan a visitarlos cada vez que puedan y que puedan ser muchas
veces.
Seguro que los abuelos que nos encontramos en los asilos, desde la cuna
empezaron a contarle lo de la abuela en el bosque, la de Caperucita. Lo digo
por conocimiento de causa ya que suelo visitar los asilos que están cerca de donde vivo y la
mayoría de sus moradores cada vez que se le pregunta por la visita de sus
nietos suelen decir: ¡Ahuuuuu!. Reproducen el mismo aullido del lobo que se
comió a la abuela primero y a la nieta después.
A mis nietos
no les cuento que cuando vayan al bosque vayan con algo para defenderse del
lobo que les puede atacar. Cuando yo mencione los bosques que rodean a nuestra
ciudad empezaré por enseñarle el nombre de las plantas. Cuando tengan edad,
visitaremos el Parque de los Alcornocales para que identifiquen todas las
plantas y seres vivos que conoce su abuelo y por supuesto pondré el máximo de
interés donde pisan, que cogen y como cuidarlo, mejor mantenerlo. Estoy empezando el proyecto de los árboles que tenemos que plantar.
A mis nietos
intentaré que sepan a diferenciar y a distinguir las orejas que se encuentran
cada día cada vez que salen a la calle, los ojos o las miradas, y sobre todo
que huyan de todos aquellos que muerden con la boca cerrada. Como se dejen
morder no habrá cazador que les saque del vientre del que les ha comido como si
no hubiese pasado nada. Que para nada confíen que puede haber un alma
caritativa que le abrirá el vientre al lobo y que saldaran, sin mordiscos,
magulladuras y desengaños como si el
pasar por un trance parecido se vuelve a ser la misma persona.
También es
verdad que tengo un hijo tan pragmático que como me escuche contarle a su hijo los cuentos
tradicionales, (los que he mencionado anteriormente) seguro que me dice: Déjate
de chalauras, esos cuentos están prohibidos por los yanitos.
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