martes, 20 de enero de 2015

Jamás les contaré a mis nietos el cuento de Caperucita.


Con la de historias que estoy dejando escritas en este blog sobre mi pueblo Banínar,  cada vez que tenga que dormir a mis nietos, me iré a una página y adaptaré dicha narración a la edad que tengan. Ya me las imaginaré  como pueda. A todos los niños se les debe contar “cuentos” (historias adaptadas a su edad). Qué puñetas tiene que ver Caperucita, Alicia que vivía en la quinta puñeta,  los siete enanitos y el lobo que se comía a todos los que pasaban por el camino, … Todos esos cuentos que tiene que ver con  en la historia de mi familia. A los niños hay que crear en ellos la necesidad del conocimiento de su Historia, en la que ellos son sus herederos y protagonistas.
Casi seguro que comenzaré diciendo: Cuando yo tenía tu edad, … También puede que diga: “En mi pueblo recuerdo que, …”
A mis nietos no les cuento yo que la abuela vivía sola en el bosque y que la nieta era la que le llevaba la comida. Los abuelos, los suyos los de mis nietos viven muy cerca de ellos, no necesitaran que les lleven la comida, lo que realmente necesitaran es que vayan a visitarlos cada vez que puedan y que puedan ser muchas veces. 
Seguro que los abuelos que nos encontramos en los asilos, desde la cuna empezaron a contarle lo de la abuela en el bosque, la de Caperucita. Lo digo por conocimiento de causa ya que suelo visitar  los asilos que están cerca de donde vivo y la mayoría de sus moradores cada vez que se le pregunta por la visita de sus nietos suelen decir: ¡Ahuuuuu!. Reproducen el mismo aullido del lobo que se comió a la abuela primero y a la nieta después.     
A mis nietos no les cuento que cuando vayan al bosque vayan con algo para defenderse del lobo que les puede atacar. Cuando yo mencione los bosques que rodean a nuestra ciudad empezaré por enseñarle el nombre de las plantas. Cuando tengan edad, visitaremos el Parque de los Alcornocales para que identifiquen todas las plantas y seres vivos que conoce su abuelo y por supuesto pondré el máximo de interés donde pisan, que cogen y como cuidarlo, mejor mantenerlo. Estoy empezando el proyecto de los árboles que tenemos que plantar.
A mis nietos intentaré que sepan a diferenciar y a distinguir las orejas que se encuentran cada día cada vez que salen a la calle, los ojos o las miradas, y sobre todo que huyan de todos aquellos que muerden con la boca cerrada. Como se dejen morder no habrá cazador que les saque del vientre del que les ha comido como si no hubiese pasado nada. Que para nada confíen que puede haber un alma caritativa que le abrirá el vientre al lobo y que saldaran, sin mordiscos, magulladuras y desengaños  como si el pasar por un trance parecido se vuelve a ser la misma persona.
También es verdad que tengo un hijo tan pragmático que como me  escuche contarle a su hijo los cuentos tradicionales, (los que he mencionado anteriormente) seguro que me dice: Déjate de chalauras, esos cuentos están prohibidos por los yanitos.   


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