Las bestias
para el transporte del plomo.
Estamos en
puertas de coger las vacaciones y gran parte de la población, marcharnos fuera de
nuestro lugar habitual y nos planteamos qué hacer con el animal de compañía el que
se la comprado a los niños para que experimenten no sé qué, ¿para ver el grado
de responsabilidad que tienen nuestros retoños?. Las estadísticas ponen de
manifiesto que son muchos los animales abandonados y la realidad es que para unos
cuantos dichos animales se convirtieron en un objeto de usar y tirar. Un ejemplo
claro lo tenemos en la Venta Pinto de aquí de Cádiz, cuando termina la época de
caza y allí dejan los cazadores a todos aquellos perros que después de las
pruebas realizadas en el campo no son útiles para la caza y son abandonados a
espera que un alma caritativa se haga cargo de ellos.
Creo que el
no tener para nada en cuenta el estado de estrés, (conozco animales que le
salen calvas, como a los humanos se les cae el pelo), de
hambre, de higiene, descansos, ..., cuido del animal, se daría en todas aquellas bestias que cumplieron el objetivo de sus
dueños, que era transportar el plomo desde Sierra de Gador hasta Adra, durante
todo el siglo XIX por caminos y trochas cargados al máximo y con unos aparejos
de esparto (el estraperlo muy frecuente en aquellos tiempos desde Gibraltar se
basaba en dos productos, el tabaco y la ropa no creo que fuese de
aparejos para las bestias) que les ocasionarían infinidad de heridas. Es de
suponer que los muleros estarían tres cuartos de lo mismo de acumulación de
penurias.
Las generaciones
de todos aquellos animales que fueron utilizados para el transporte del mineral, sus dueños, los
empresarios por los recuerdos trasmitidos no creo que los viesen como
compañeros de trabajo, (dicho calificativo de compañero aparece a comienzos del
siglo siguiente cuando los dos se van al campo o a la venta de hortalizas) como tampoco estaban en
la misma escala social los muleros y los dueños. Más o menos como refleja la
película, los santos inocentes (relación amo criado) de Alfredo Landa
recientemente en TVE. Tal vez por ello nace platero (en otra zona minera, Huelva,
como era la Baja Alpujarra) con la intención de dar dignidad y compasión hacia
dichos animales que hasta aquellos momentos eran considerados como algo útil y
necesario sin que arrancase la más
mínima compasión de sus cuidadores. Aquellos animales (casi seguro) que
murieron abandonados cerca del camino en el hueso y en el pellejo y llenos de
mataduras infectadas.
Las imágenes
dejadas por Goya donde para la muerte de un toro se necesitaba que muriesen
varios caballos al ser corneados cuando era picado el toro, (por no haberse
inventado el peto que se utiliza en la actualidad) es una muestra hasta qué
punto los animales eran considerados como algo de usar y tirar. Para nada se parecen las albardas, las
jáquimas, las cinchas, el resumen el atajarre,
que ahora se ven en los caballos con aquellas que se les ponía a animales
del transporte del plomo. Las rozaduras de los serones (que eran llenados hasta
el máximo) le ocasionarían heridas que
las prisas por el acarreo le impedirían ser tratadas para que no llegasen a
infectarse.
En un
momento determinado de la historia, puede que fuese en el 1822, refleja en su
libro J.L. Ruiz Marquez : SERMET, Jean. “La España del Sur”. Barcelona 1.956.
p. “… formaban un ejército de más de 50.000 mulas que había que alimentar con
cebada del Marquesado dada la penuria de la comarca en cereales”. Al margen que
fuesen cincuenta mil y que todas fuesen mulas, al margen, no se menciona para
nada como iban equipados aquellos animales. El trasiego dura casi un siglo que
según la oferta y la demanda del plomo marcaría el número de mulas y muleros
por aquellos caminos.
El primer
descubrimiento de la herradura en la península, el primer caso del que se tiene
noticias se produjo en el 1883. Se trata de una herradura encontrada en Covalta
(Valencia).
En la página
172 del libro EL CABALLO EN LA ANTIGUA IBERIA de Fernando Quesada Sanz y Mar
Zamora Merchán, se encuentra una tabla de hallazgos arqueológicos de herraduras
antiguas. De los “50.000 animales” localizados en un momento determinado en el
acarreo del mineral, con una vida media posiblemente de diez años de trabajo; ¿cuántos animales dejaron su piel en los caminos desde Sierra de Gador a Adra o
desde Benínar a Adra?. Habría también que contabilizar los que transportaban la
comida desde el Marquesado hasta Adra o Berja. ¿Dónde se reproducían?. Puede
que la contestación se encuentre en la Andalucía Oriental dadas las
características del los pastos y del terreno.
Cierto es
que los de mi generación (de mediados del siglo XX) nos encontramos una herrería regentada por Manuel
Blanco, (desconocemos que existiese otra anterior) que es de suponer montó después de llegar de
“hacer las américas”; puede que fuese incluso después de la Guerra Civil de
España.
Los mulos,
los burros del transporte del mineral de la Baja Alpujarra casi seguro que irían
descalzos y puede que también sus harrieros. El cómo tendrían los cascos los
animales y las plantas de los pies los
arrieros, nada más colocándonos de forma imaginativa en dicha situación, uno
siente en nuestros pies una sensación de ir andando descalzo por trochas y
veredas.
Una anécdota
que se contaba en Benínar era sobre un agricultor que al regresar al pueblo
(después de haber vendido su carga de hortalizas en Murtas), alguien le ve
cojeando y sangrado sus pies y le preguntan:
- - ¿Qué
te ha ocurrido?.
- - El
mulo lo espantó una zorra y corriendo detrás de él descalzo me he destrozado
los pies.
- - ¿Y
esos zapatos que tienes nuevos debajo del brazo?.
- - Pues
menos mal que iba descalzo y no los llevaba puestos.
Puede que fuesen los primeros zapatos que aquel beninero
había logrado tener las suficientes peseta para poder comprárselos y en su
valoración prefería tener los pies totalmente destrozados (pensando, esto se
cura) que sus zapatos recién comprados rotos. Las fatiguitas que había pasado para
ahorrar el importe de los zapatos, pensando en ellas, las pesetas, le aliviaba
el dolor del estado de sus pies. Pensando en el mulo asustadizo, creo que
moriría sin estrenar unas herraduras.
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