Las piletas
de piedra son pocas y escasas las que se podían
encontrar en el pueblo, pero Julio, acaricia aquellas tres como si
acariciase un tesoro, como seguro la acarició aquel que partiendo de la piedra
bruta logro transformarla convertirlas en un objeto cotidiano que no tiene
utilidad para los benineros-as que terminan de marcharse y por esos sus dueños la
dejan abandonada.
Cuando aquel
picapedrero se tropezó con aquella piedra: ¿Quién fue el que vio claramente la transformación en vasija?. ¿La
Piedra y convenció al hombre?. ¿El hombre que al distinguirla de entre todas
las que le rodeaban la escogió y le dedico todo el tiempo necesario para su
cambio?. La contestación tan solo la pueden comprender los escultores.
Posiblemente
el diseñador pertenecías a aquella generación que fue modelando una a una cada piedra que formaba la bóveda de los tres arcos
que tenía el puente. ¡Si!. El puente que tenemos todos los beniner@s en
infinidad de fotos en infinidad de recuerdos. El puente que enterraron o lo
convirtieron en un montón de piedras en la base de la presa.
¿Cuánto
tendría que recatear el cantero para que le diesen el precio justo de su
trabajo?. ¿Le darían a cambio, una cuartilla de cereales, unas alcuzas de
aceite, unos cuantos puñados de higos?. ¿Para cuanto tiempo tendría para alimentarse
para él y su familia?. ¿Para vivir de aquel trabajo, cuantas piletas tendría
que elaborar al día o a la semana?.
El Miguel
Ángel de Beninar. El único de todos nosotros; puede que fuese de toda la
Historia beninera que sacaba una vasija
de una piedra. La persona con un don
especial que es capaz de ver un volumen determinado en un objeto, en este caso
en una piedra. Allí donde te encuentres para que veas que te reconocemos a ti y
a tu obra, aunque posiblemente no se encuentre en la casa de uno de los
nuestros.
Si en estos
momentos comenzásemos a repasar beniner@s que destacan por sus conocimientos y
por su esfuerzo, tenemos arquitect@s, licenciad@s en medicina, en farmacia,
ingenier@s en puertos caminos y canales, agricultores, etc., etc., abogad@s
trabajando en los bufetes más brillantes de Madrid. En aquellos tiempos, lo
destacado eran los escultores de piedra. Benínar no daba para nada más o nada
menos. Depende como se mire.
Por
vosotros, los canteros que preparasteis cada piedra que formó parte de la
iglesia y después de las tres bóvedas del puente, por vuestro recuerdo. Para
que veáis que aunque pase el tiempo, mientras exista un beniner@, os tenemos
presentes.
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