La Molineta VII.
El malagueño
no aguanta la tensión en Benínar entre los mineros y los seguidores de el Moruno. Él cree que se marcha definitivamente a su ciudad, Málaga, pero las atochas, de
la discordia, los productos manufacturados del esparto le hicieron razonar.
En la casona
de Málaga se aburre. La dueña de la casa cada día le tiene preparado un encuentro
con alguna moza. Según ella, su tía, se le estaba pasando la edad para casarse. Por
parte del amo Heredia, le está organizando cacerías casi todos los días para
que se relacionase con los empresarios, tanto nacionales como internacionales,
para ver si encontraba un trabajo donde se sintiese cómodo. Ni los noviazgos de
la dueña ni las cacerías del amo y señor le terminan de satisfacer. Desde
siempre acarició la idea de formar parte de la familia siendo él el que
aportase un nuevo negocio. Un día paseando por el muelle encuentra su futuro
negocio y además, casi nadie de los encargados de las distintas empresas que
formaban el conglomerado familiar dominaban el tema. A esto se le une que como la
Frenillo él creía que no tendrá otra amante.
Decide
exponer al mandamás su proyecto; al que aprueba
o deniega los negocios de la familia. El Heredia dueño y señor le está
escuchando sin interrumpirlo en ningún momento y además la cara del que tiene
que dar el visto bueno a todo, en ningún momento ha perdido la sonrisa. Cuando
ha terminado la exposición el que escucha le pregunta:
-
¿Cuántos
albañiles necesitas?.
-
¿Estás
de acuerdo?.
A Ay
de mí si no te consintiera tus peticiones. Más tarde o más temprano tendría que
concedértelas, ya que tu tía montaría todas las estrategias hasta que su
sobrino lograse su objetivo.
No espera ni
un minuto más para salir de Málaga con dirección a Peñarroda, que era el lugar
que había decidido vivir con su amante y cuando llega al cortijo, allí no había
nadie.
La Frenillo
sintiéndose abandonada se enfrenta a que le tocasen la garganta, el dilema que
le había desafiado toda su vida. Se sentía abandonada y sin salida. Se dejo
convencer por un curandero con el argumento, que su amante le había dejado como
consecuencia no poder hablar.
El malagueño
la busca desesperadamente y se la encuentra en casa unos amigos postrada en la cama, casi
entre la vida y la muerte, ya que había sido operada de la garganta. Había
cogido una infección y estaban esperando que se recuperase a base de colocarle
sanguijuelas para que absorbiesen el mal que tenía en la garganta. Aquel estado
de gravedad le da la oportunidad al malagueño de poder expresar aquello que
había desaparecido en él desde hacía mucho tiempo, la ternura. No se separa del
lado de ella hasta que poco a poco se va recuperando. Pasan los días y la
primera vez que a la Frenillo la sientan en una mecedora a la sombra de un
naranjo de aquella casa de Berja, él sentado a su vera le explica el proyecto
que ya había expuesto al dueño y señor en Málaga.
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