EL POZO
MALACATE.
Antoñico un
niño que podía tener sus ocho años, (en aquel tiempo no todos los recién nacidos
eran inscritos en el registro cuando
nacían) subido en su burra sale del pueblo clareando el día con dirección al
Pozo Malacate. Es el mayor de tres hermanos y termina de quedarse huérfano. A
su padre le dio un dolor miserere y en escasos días falleció. Viendo que su
madre había quedado totalmente destrozada y era incapaz de reaccionar, que ni
comía ni preparaba comida alguna para sus tres hijos, son las vecinas las que por
compasión (la compasión en Benínar siempre tenía dos recompensas, primero la
satisfacción personal y segundo para darle al recompensado unas cuantas
lecciones de cómo se debe de ahorrar utilizando el cuento de la cigarra y la
hormiga) y con comentarios de todos los colores cada
día acudían con algo de alimento. El niño que quería ser minero ya había derramado todas las
lágrimas que tenía que derramar y cansado de tanta compasión, apareja la burra
y se va a ofrecerse él y su burra al encargado al jefe de la explotación
minera. En el camino va pensando que son dos sueldos los que puede aportar a su
casa, el de su burra y su trabajo. Niños mineros, un poco más mayores que él ya
estaban trabajando. Le habían contado que existían lugares tan estrechos que
solo cuerpos como el suyo podía entrar y por ello estaba seguro que lo
admitirían. No podía soportar por más tiempo cada vez que entraba a la casa ver
como su madre se iba consumiendo y a sus hermanos siempre en el mismo rincón
jugando con palos y piedras. Llega de los primeros al pozo y le dice al
encargado:
- - Mi
padre se ha muerto y mi madre, …
El encargado
le corta y le contesta:
- - Sí,
ya conozco tu historia, pero los niños que están trabajando vienen con su padre
o con sus hermanos. Tú no tienes a nadie. De arriero no te puedo poner puesto
que no tienes fuerza para empujar el serón si se tuerce. De aguador tampoco,
puesto que, para eso están las niñas. Si encuentras a algún hombre que se
quiera responsabilizar de ti puedes entrar en el pozo haber si tienes fuerzas
para picar todo el día y todos los días seguidos. Te veo muy enclenque, mu canijo, y además
mal alimentado. Tu mismo. ¿Si encuentras a alguien?.
El encargado
se va a atender a uno que le estaba llamando y ve como el niño se abraza a la
cabeza de su burra y comienza otro nuevo duelo pero esta vez por la impotencia.
El encargado se compadece y vuelve a donde está el minerillo y le dice:
- - ¡Venga
hombre!. Levanta el ánimo que si alguien te acoge es por el coraje que
demuestras. Bueno. Te doy una semana de plazo. La burra desde este momento
queda contratada; pero tú sabes que tiene que estar bien alimentada y que no le
falte el pienso. ¿Tienes dinero para ponerle unas herraduras nuevas?. Está bien;
toma dinero, ve al pueblo y que el herrero le ponga zapatos nuevos. No debía de
atenderte, puesto que ni tu ni tu madre os vi trabajando en la zanja. ¿Sabes arreglar los aparejos de las bestias?.
Antoñico se
sube en la burra con el mismo coraje que se sube el Rey Cristiano en los Moros
y Cristianos el día de San Roque, se dirige de vuelta al `pueblo, pero antes de ir al herrero se pasa por su
casa y le dice a la madre lo acontecido.
Faustino ve
que cada vez son más los que llegan pidiendo trabajo y los recursos
alimenticios que produce el pueblo no están en proporción a lo que produce la
vega. Cada vez está más convencido de la ampliación de las zonas de riego y por
ello escavar la zanja. Está apareciendo otro problema sobre el alojamiento de
los que llegan. Si no tienen acceso o facilidad de alimentos y alojamiento, al
ser una población inestable los mineros que llegan se marcharán a las
explotaciones vecinas, sobre todo a las de Sierra de Gador que en cierta medida
los problemas de alojamiento y alimentación los tienen mejor resueltos que las explotaciones
de plomo de Benínar. Piensa que debe hacer un viaje relámpago a Málaga, para
exponer el problema a su familiar, el dueño y señor, que le conceda, le faciliten
de lo que en aquellos momentos necesita aquella
población minera para lograr estabilidad.
El
responsable de las explotaciones mineras de Benínar ya ha renunciado a que los
habitantes escaven la zanja. En todas
las reuniones obtiene nada más que sonrisas socarronas como respuesta cuando plantea el ideal: “Las mejoras para la comunidad ustedes
no las tienen presentes, que el agua llegue hasta el pueblo beneficia a todos ”.
Los intereses de los que riegan en toda la Vega de Darrical van a impedir la
ampliación de la vega, con el argumento que en los veranos el agua suele
escasear y ampliar las zonas de riego les va a condicionar el número de veces
que riegan sus huertas en el verano. La comunidad de regantes se han formado en
bloque para influir en el resto de la población. Todos los propietarios de los
huertos o son familiares o parientes, tienen el monopolio de frutas y
hortalizas y saben que si se incrementa la producción se abaratarán los
precios. Las reuniones fueron frecuentes para convencerlos pero al
ver los regantes que no obtenían nada a cambio se negaron.
Faustino pone sus
cartas encima de la mesa para convencerlos de la necesidad de una almazara y de
un nuevo molino de harina y sobre todo que si en el verano se ocasionara un incendio en alguna casa del
pueblo no tendrían agua para sofocarlo, podría arder el pueblo entero y por
ello es necesario la construcción de una cuantas balsas que almacenen el agua
para el verano.
Al escuchar
los regantes lo de la almazara y el molino y en cierta medida un reparto de
tierras del nuevo plan de regadío dijeron que se lo consultarían a sus mujeres.
En Benínar había por costumbre que los que hacían los tratos, las ventas y los que al final firmaban los documentos eran
los hombres, pero los que siempre cerraban el trato eran las mujeres. Se podían contar con los dedos de la mano y sobrarían dedos los que se pasaban por el forro de los calzones esta norma. Cuando
fueron a darle su aprobación a Faustino de que ellos serían los que escavarían la zanja a cambio del molino, tierras y la almazara
les contestó con una amplia sonrisa y moviendo la cabeza les dijo:
- - ¿Ahora
sí cuando veis ya funcionando el molino y la almazara?.!Pues va a ser que no!.
La idea es mía y seré yo el que dirija y ponga mi proyecto en marcha y quien reparta.
2 comentarios:
Excelente Paco; quedamos esperando la parte 3ª.
Juan.
Ya he colgado la siguiente y aún aparecerán más.
Saludo.
Publicar un comentario