martes, 27 de junio de 2017

Fátima no puede celebrar el fin del Ramadán.


Hoy sale en el periódico Europa Sur que han llagado a Tarifa 152 africanos en distintas pateras. Este año se está superando el número de personas que llegan según las estadísticas de años anteriores  a las costas de Andalucía. 
Este fenómeno lo comparo con los años cincuenta y sesenta cuando en mi  pueblo. la zozobra llegaba como una nube que caía sobre  Benínar cuando nos llegaba la noticia que una familia más se había  marchado  a Cataluña. La mayoría de la gente no aceptaba ver como poco a poco el pueblo se estaba quedando vacío. 
Mis paisanos no llegaban en patera a su destino, pero que importa la forma de marcharse de donde  naciste, te has criado. El cielo. Las fuentes, los árboles, las calles, ... Los montes la tierra y los sabores. Los cinco sentidos serán los que analicen en cada momento comparativamente lo que esté haciendo. Será imposible que te los puedas quitar de tu mente sobre todo los sabores.
Lo que le pasó a Fátima cuando paso el Estrecho de Gibraltar hace ya unos cuantos años. Lo que les pasó a los benineros-as cuando llegaron a Cataluña. A los de mi pueblo, A los andaluces les llamaron los charnegos, A Fátima como a sus hermanos se les identifican como a los moros. Ojo con esa frontera que no tienen prevista su existencia los emigrantes que aparecerá constantemente en el día a día y en este caso será más alta y costosa a las mujeres que a los hombres.
Fátima por fin ha tenido “la suerte” de ser contratada últimamente interna para cuidar de una mujer mayor y “otra vez la suerte” al consentir la familia de la anciana que viva con ella una hija pequeña. Fátima se ha convertido en madre soltera. De no tener esa suerte, la hija de Fátima tendría que estar con la abuela en Marruecos.
Fátima tiene que estar día y noche en dicho trabajo y tan solo un día le dan de permiso para ausentarse del hogar donde trabaja  y por tanto la  celebración del final del Ramadán otro año más que lo tiene que posponer. Me continúa diciendo que su familia está totalmente desestructurada, pero que aún así desearía estar ese día en la casa donde nació, salir a la calle y encontrarse con sus amigas de infancia y celebrar ese día como siempre ha soñado esa celebración. 
Fátima dice que jamás quiere parecerse a su hermano que logró pasar una cantidad de droga, que con ella montó una carnicería y que presume de tener mucho dinero y que cuando se habla de la mezquita, lo que hace es sacar defectos y de ser un degenerado. Me continúa diciendo que eso no nos corresponde a nuestra generación, que nuestros hijos ya nacidos en Europa que actúen como ellos quieran, pero ellos, los llegados ya mayores a otra tierra tienen que ser musulmanes hasta que mueran. 
Esta marroquí llego a España para atender a una persona que estaba afectada por el cáncer y cuando murió la enferma que atendía regresó a Algeciras y encontró un trabajo es su especialidad de pastelera. Fátima estaba pletórica al dejar atras las costumbres y chismorreos de su barrio y le daban la oportunidad de ejercer su profesión. La pastelería donde trabajó era marroquí. De allí fue contratada por una pastelería española. Les enseñó cómo se hacían los pasteles de su tierra y volvió  a encontrarse sin trabajo. Se acabaron sus sueños de ejercer su profesión.  Unos cuantos años viviendo de la caridad hasta que volvió a encontrar otra vez otro trabajo para cuidad interna de una anciana.
Yo me pregunto: ¿Para qué trabajo están preparados esos que nos llegan en pateras de forma incesante?. ¿Cuál es su sueño de futuro del trabajo que van a encontrar?.  ¿Fueron puestos en aviso por teléfono de la situación en que viven sus paisanos que cruzaron el charco con anterioridad?. Que de preguntas que son difíciles de contestar incluso para los que somos europeos.
Lo que es cierto es que les quedan dos posturas (basado en la experiencia de mis paisanos benineros que se marcharon a Cataluña). Renunciar al entorno donde nacieron e incluso a sus familias, a sus raíces de forma drástica casi llenos de rencor; o para aliviar su día a día,  pasar penurias, cerran los ojos y su mente la trasladan a estar debajo de aquel árbol a la sombra, a estar en aquella calle charlando con sus amigos de antaño, de entrar en su casa y el olor a comida que estaba preparando su madre. Ttansforma su rostro con una sonrisa al menos el tiempo en que está con los ojos cerrados.
Cada vez que nos encontramos Wenceslao (compañero de trabajo en la playa de los Lances en Tarifa) y yo, siempre me recuerda: Que razón tenías cuando vimos aparecer en la playa aquella patera llena de personas y tu al verlas dijiste que a partir de ahora llegarán muchos más y de forma incesante.

Yo espero que la solución a este problema no sea como la que se adoptó en Benínar. Hacer una presa, derribar el pueblo, transformar el habita, hacerlo desaparecer del mapa  y todo el mundo que vivia allí que tiene sus raíces a encontrar un nuevo sitio donde vivir.  

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