En los medios de comunicación aparecen
que este año, este verano, se llegará a
la cota de tres millones de pasajeros que crucen el Estrecho de Gibraltar con
dirección a Marruecos.
También escucho en los medios de
comunicación que un mosquito, como es capaz de contaminar a los deportistas en
las olimpiadas, algunos de ellos están tomando medidas. Una de ellas no
participando.
Yo de la contaminación (del mosquito de
origen europeo sin nombre ) fui testigo cuando llegó Benínar sería sobre los años cincuenta, hasta que logró que la población se
quedase casi de mil habitantes a los trescientos. Los que traían la
contaminación eran los mismos benineros que se habían marchado principalmente a
Cataluña y llegaban de vacaciones (esa palabra v a c i o n e s, la tenían que
explicar por aquellos años a cada paisano que se encontraban por la calle y
saludaban) a las fiestas del patrón San Roque, por estas fechas, en el mes de
agosto.
Aquella contaminación lenta duró casi
dos décadas desde los cincuenta a los setenta sí que era peligrosa, ya que
afectaba al celebro. No a unos cuantos. A todo los habitantes en general, de todos
los pueblos de La Alpujarra. Aquellos
contaminados por el mosquito europeo afectaba de dos formas, los que se
llenaban de cólera, movían la cabeza de un lado para otro mientras apretaban
los labios y los otros afectados, eran los que estaban presente en una conversación pero ausentes, su mente estaba en otra parte.
Los más afectados que se les notaba en
su forma de mirar despreciativa. Creaba en ellos una especie de cólera al ver que los que antes trabajaban en
sus tierras, que dependían de ellos para todo, se habían marchado de Benínar y
en pocos años llegaban al pueblo y
algunos hasta con coche y sin maleta de cartón. No solo habían estado a su
entera disposición el trabajador, de la yunta, de la azada, de la oz, de disponer
de ellos las veinticuatro horas para regar de noche cuando escaseaba el agua de
La Acequia de la Vega. También entraban
en el contrato todos los miembros de su familia, que normalmente se les pagaba
con aquellos alimentos que sobraba en la casa del rico. La mujer para lavar en
el río la ropa de la señora, para fregar
la casona de rodillas, para encalarla, para partir las almendras. ¿Y los críos?.
Tenían que dejar la escuela casi a los diez años para que guardasen las cabras que estaban en
el corral del que contrataba para que en
la casa del señorico hubiese leche, que si sobraba los niños jornaleros les
podía tocar ese día un vaso de leche.
Los otros que quedaban contaminados eran
los braceros, (los que manifestaban su estado estando ausentes, pensando en
otra cosa) los que no tenían tierra o de la poca que eran dueños no les daba ni
siquiera para comer. Esta contaminación era en cierta medida pasajera, ya que
el afectado al afectado se les notaba mucho más en su forma de ser, de andar,
de relacionarse, de no estar pendiente en las conversaciones al tener su mente
en otra parte. Los afectados al tomar la decisión de irse a trabajar a las
minas de Figols o a las empresas de textil que existían e toda la cuenca del
río Llobregat, habían quedado sanos de
dicha contaminación del mosquito sin nombre, “del mosquito europeo” aunque
luego entrase en la (en otro mosquito también sin catalogar). La añoranza. El que provoca la no adaptación a
aquella forma de vida, que en más o
menos medida a algunos toman la decisión de volver de nuevo a Benínar y enfocar su vida
de otra forma.
Quien ha visitado Marruecos, esos pueblos de la Cordillera del Atlas y los
del desierto y los de más abajo, cuando
llegan sus paisanos con esos coches, cuando ellos lo que tienen como medio de
transporte es una burra, con esas maletas llenas de ropa cuando ellos ni siquiera
tienen un armario ya que la ropa que tienen es la de quitaipón, cuando miran
sus ojos con gafas de sol, cuando miran sus manos y las comparan con las de
ellos toda llenas de callos como los pies, cuando dicen los desertores del
arado, los que se marcharon, que sus
hijos están estudiando, ¡no se qué! y los hijos de los que aún viven en la aldea han
tenido que dejar la escuela por tener que ayudar en el campo a su familia,
cuando ven y ven, y comparan y comparan, yo, cada vez que veo esas colas de
coches en el puerto de Algeciras, de esos coches, con el techo cargado de cosas
para regalar a sus vecinos y parientes, de objetos que posiblemente han
recogido de la basura, de las grandes ciudades, yo, sigo pensando que en el
siglo XXI, ese tipo de contaminante, ese tipo de mosquito que contagia a los de
la otra horilla, que a la CIENCIA, a los
LABORATORIOS, les resbala esta forma de contaminación y hasta ahora nadie le ha
puesto nombre y apellidos a ese mosquito
a investigarlo, a sabiendas que en el Mediterráneo todos los años suelen dejar
un buen número de desaparecidos, puesto que los cadáveres que aparecen esos sí
que se cuentan. Los desaparecidos se calculan.
No va a tardar tiempo en encontrarse la
vacuna de ese mosquito europeo que cuando afecta a los africanos, son capaces
de tirarse al mar aunque saben (no sé si conscientes) perfectamente que no
saben nadar.
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