La foto se titula: El último matriarcado - Los mosou
Yo he vivido en un pueblo,
Benínar, donde el matriarcado era
palpable y ese estatus, esa forma de ser social no se cambia ni se planifica a
ser de otra forma en tan solo un siglo.
Cuando Indaloxes en su escrito en Plaza de Benínar apunta sobre el encuentro de una bebé ahogada en el río:
“Se organizaron partidas para buscar a la madre, nada se encontró, solo el río conoce ese secreto”.
En la Benínar que yo conozco, no se organizaban partidas ya que todo estaba calculado y previsto.
Hay principios que duran
mucho tiempo y sobre todo si se refiere a la continuidad de la especie, que cuesta
mucho eliminar. El comportamiento del macho o padre sí que ha
evolucionado con el paso del tiempo pero la madre que nos parió sigue siendo la
madre que nos parió, dio teta, etc, etc. Los hijos siempre en Benínar han marcado el
jugo de una pareja, la razón de la existencia del pueblo.
Yo viví en Beninar la
llegada de bebés en madres solteras y la reacción de la población era ayudar a
la madre a sacar adelante a aquellos recién llegados aunque no estuviese planificada
su presencia. Bien por la influencia de
la Iglesia o la reacción de la propia población, (...), por la supervivencia, como se
decía en el pueblo: “A lo hecho pecho”.
En el 1870 estamos
hablando de una población que en Benínar, en cierta medida no es estable, gente
que llegaba y no siempre se quedaba. Las estadísticas muestran que desde ese
año, hasta últimos de ese siglo, llega a tener el pueblo por encima del millar de habitantes, por la demanda de la
mano de obra que en aquellos tiempos requerían las minas de plomo.
En aquella población todo estaba controlado, no existían los secretos, todo
estaba bajo el control de todos. Allí se sabía cuando se llegaba, cuando se
marchaban y las razones de organizar el viaje. Por supuesto que los que se marchaban
tenían sus argumentos, pero “las chismosas” (aquellas matriarcas tenían que
encontrar la razón de todo) “sacando puntas y señales”. Nada de lo que ocurría a su alrededor se le
escapaba de su control.
Aquellas matriarcas sabían
interpretar lo que decía una cara, lo que significaba un gesto, pero sobre todo
los ruidos a su alrededor. A aquellas benineras les llegaban los sonidos
nítidos de sus vecinos y no controlaban, estaban pendientes por si necesitaban
en cualquier momento ayuda.
Otro control sobre la
natalidad se realizaba sobre el padre. Todos los niños-as que nacían fuera del
matrimonio antes de que naciesen ya se sabía quien era el padre de la criatura. En la
propia lógica si aquellas mujeres no habían salido del pueblo, un macho la dejó
preñada tenía que ser del pueblo. Nadie viaja y menos las solteras, y que
cuando tenían que salir iban con su correspondiente
controladora.
Si una mujer soltera se
quedaba preñada, era un desafío para las “chismosas”, para encontrar el padre
de la criatura. Y lo conseguían. Y aquel progenitor tenía que escuchar las conclusiones de las chismosas. A aquellas mujeres no se les escapaba nada “ni tenían pelos en la
lengua”. "Le hablaban de tu al lucero el Alba" (sobre todo si el lucero era beninero). Si en la alimentación el padre se desentendía, allí estaban aquel
grupo de matriarcas, para que el alimento no faltase; y "se le restregase al padre cuando encartaba" su escasa o nula atención a lo que engendró.
Siempre existió una
especie de comité de mujeres que cuando aparecía un problema de trascendencia, daban
la cara al problema y era cuando las “chismosas” reculaban ya que dicho problema quedaban en
las mejores manos.
El matriarcado era tan
fuerte y con unos resultados que las respaldaban que cada una de ellas se
consideraba imprescindible y en aquella civilización realmente lo era. La
mayoría de los niños se les conocía en el pueblo por ser hijo-a de fulanica, no
por su apellido. Bueno. Como todas las reglas tienen sus excepciones también
habían críos identificados con el apellido de su padre.
Si algún paisano está
pensando que yo puedo deducir que aquella criatura podía ser de los gitanos que
acampaban en el río, tampoco podría ser de aquellas familias que periódicamente
aparecían acampadas debajo del puente ya que dicha población, me refiero a los
gitanos, siempre han demostrado ser respetuosas con la vida.
Si apareció un bebé ahogada
en el río por lo vivido en aquella población de Benínar , seguro que su madre o sus padres no pertenecía a aquella población.
PD.
He colocado dicha foto por llamarme mucho la atención por aquellos pueblos indígenas por la similitud que guardan con los beninaros. Somos barridos de la faz de la tierra por el "llamado progreso". Entre otras razones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario