Es una foto que terminan de
colocar en el foro de Benínar es lo que me ha motivado para sentarme a
escribir. A los benineros nos pasa, que todo lo medimos o comparamos con lo
ocurrido en nuestro querido pueblo. Allí se nos colocó “las piedras de toque” y
en base a ellas hacemos nuestras valoraciones.
En la foto aparecen dos benineros que emigraron en los años cincuenta
para trabajar en Montevideo. Vestidos en los años cincuenta como no podían
costearse dicha ropa ni el alcalde del pueblo. Paseando por una de las avenidas
de dicha ciudad cuando los de su pueblo andaban por caminos y trochas tirando
de la soga que iba amarrada a un burro.
Cada vez que aparecen noticias
sobre los africanos que intentan saltar las vallas, tanto los informadores como
los políticos que manejan el cotarro, no han mamado (palabra que se utiliza en
Cádiz a todos aquellos que llegan a dicha ciudad y comienzan a alabarla y el
gaditano le contesta dicha palabra), no han vivido el día a día en un pueblo
donde poco a poco se va despoblando. Eso le pasa a los informadores y políticos
cuando tocan dicho tema. Les faltan
matices, palabras precisas, se les nota que hablan por oídas no por conocimientos. Informan
del salto a la valla, pero no de las razones por las cuales están arriesgando su vida en el salto. Les falta argumentar lo fundamental, que les impulsan a dichas
personas a salir de su aldea. Les falta argumentar que volver significa, volver
fracasado a su tierra cuando se está en plenitud de facultades y has gastado
todo los ahorros de toda la familia.
Es necesario recurrir a la
imaginación para poder describir, (los benineros que inmigraron no dejaron nada
escrito) cual es el momento que deciden de marcharse de su pueblo, cuales fueron las razones que les impulsaron a tomar dicha decisión, la salida del pueblo hasta
llegar a Cádiz, al puerto de salida, que medio de transporte utilizarían y
cuanto tiempo en llegar desde Adra a la tacita de plata, Cádiz. Cuando embarcan
y cuanto tiempo tardan en atravesar el charco. Donde más tenemos que poner
imaginación es en el dinero que llegan a reunir en Benínar para iniciar el
recorrido.
Recuerdo un personaje al que no
llegue a conocer, que se decía de él, que salió para trabajar en Cataluña, y que vuelve fracasado y lo más grave en aquel pueblo, que se había rebajado a lo más bajo desde el punto de vista social, que en el recorrido había estado pidiendo. O no
pudo adaptarse, no encontró trabajo, …, el caso es que regresa al poco tiempo
de marcharse y lo que se decía de forma destacada, es que llegó con dinero en
el bolsillo en breve espacio de tiempo y le preguntaban con guasa sus paisanos:
-
Con el tiempo trascurrido desde que te fuiste hasta que has
vuelto, seguro que en todo el recorrido de vuelta has tenido que estar pidiendo. El contestaba.
-
Si te parece iba a volver dando.
A aquel beninero que no llega a
adaptarse, en la actualidad se le preguntaría, por el número de coches que han
lavado en la calle, la cantidad de pañuelos vendidos en los semáforos, el
número de horas de gorrilla o el número de palomas asadas que cazaron en los
parques.
No es el caso de los benineros
que se marcharon a “hacer las Américas”, que en tan solo cinco años trabajando
en vaya usted a saber en qué, como inmigrante, en su gran mayoría llegaron otra
vez a Benínar, al pueblo de donde partieron con dinero suficiente como para
comprase una finquita y llegar a vivir en su pueblo con una calidad de vida
aceptable.
Al margen de desarrollar cada
una de las incógnitas planteadas anteriormente, lo que nos dice la foto es que
de simples agricultores alpujarreños, en nada de tiempo llegaron a comprarse un
traje, una corbata, unos zapatos relucientes y pasear por una capital dando dan
la impresión de pertenecer a una clase social que en la España de comienzos de
siglo XXI diríamos, “clase social media”.
Esas miles de personas que en
la actualidad se encuentran deambulando cerca de las fronteras de Ceuta y
Melilla, en espera de pasar a la UE, no sé si han sufrido tanto en el
desplazamiento desde su país como sufrieron nuestros paisanos para llegar a
Montevideo. No sé en qué tipo de trabajo están especializados. No sé a qué
trabajo se podrán incorporar cuando lleguen a saltar la valla. No sé si después
de vivir cinco años en la UE, podrán regresar a su país y comprarse una
finquita. Por más que pienso y pienso en dichos inmigrantes, creo que los
únicos que pueden valorar su situación son todos aquellos benineros, los
alpujarreños que decidieron marcharse de
su pueblo para “hacer fortuna” en una tierra desconocida, como por ejemplo a
Cataluña o a cualquier país europeo, por ejemplo a Suiza y Alemania.
Haber que gobernante de la UE
tiene el coraje y argumentos para montar
una oficina "u lo que sea" en el monte Gurugú, sentar en dicha oficina los mejores psicólogos, “u los que sea”,
llamar a cada uno de dichos africanos
(pendientes del salto) y convencerlos que su sueño de conseguir un trabajo
digno y una vida mejor en Europa no lo van a conseguir y por lo tanto tienen
que darse la vuelta y volver a su lugar de origen. Aunque lo más difícil para
el que emigra sea volver a su pueblo y llegar fracasado.
Tengo fe en la nueva generación
de políticos españoles (puede ser una razón que me mueva a votar en mayo) que cuando
se encuentre en el Parlamento Europeo, a sus colegas parlamentarios les convenzan
para que convenzan a los africanos (tanto esfuerzo inútil para su gran mayoría formar parte de los que acuden a comer a los comedores de Caritas) que ni
intenten salir de sus pueblos de origen ni llegar hasta las fronteras de Ceuta
y Melilla. ¿O no es una solución aceptable para solucionar el problema
fronterizo?. ¿O no tenemos que tener fe en nuestros políticos que dicho tema lo
van a arreglar?. ¿Serán capaces de que
la solución sea volverlos invisibles y así el problema desaparece?.
1 comentario:
Unas buenas reflexiones.
Saludos. Juan.
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