Los medios de comunicación no
solo de mi comarca también los nacionales otra vez como en tantas ocasiones dan la
noticia del número de personas que han fallecido en el intento de cruzar desde
África a la UE. En la misma noticia se cuentan por miles los que están
esperando el momento de poder cruzar por donde sea y como sea.
Dicha noticia no me es ajena
puesto que cuando terminé la carrera al no encontrar trabajo en mi provincia, mi futuro, estaba seguro que no estaba en mi tierra en mi pueblo. Preparé la maleta y me fui a encontrar trabajo
a Barcelona. Aunque solo pasé allí unos cuantos meses fueron suficientes para
curarme del “sarpullido” (ganas de romperlo todo y empezar de nuevo) por el que
pasa cada emigrante.
¿En que nos parecemos los benineros
que decidimos emigrar a los que se encuentran al otro lado del estrecho
esperando?. Entre otras cosas en la de horas, días, meses y años que dedicamos
a preparar el viaje. Miles de horas de incertidumbre que era imposible eliminar
del pensamiento. Argumentar las razones de preparar la maleta, en aquellos
tiempos, en aquella sociedad en la que nos sentíamos asfixiados; era sumamente
complicado, explicar aquellas razones que te repetían y argumentaban todos los días tanto la
radio como la televisión. Ese comecocos que cuando llega a la mente te vuelves
solitario, y en ese estado puedes estar años, hasta que un acontecimiento
específico te obliga a reaccionar, a preparar la maleta en un instante y
comenzar el camino. Los africanos esperan y esperan hasta que llega ese momento
y mientras se espera parece como si te estuvieses preparando para lanzarte al
agua, al mar, aunque no se sepa nadar.
Recuerdo el caso reciente de un
joven que pasa a España escondido en un camión, y cuando se baja es aplastado
al dar marcha atrás y es ingresado en el hospital de Algeciras. Todo el mundo
lo primero que le preguntaba era la razón de subir en dicho camión, correr ese
riesgo. Por supuesto que no hablaba nuestro idioma y por ello no podía
contestar a la pregunta, hasta que llegó el traductor:
Soy el mayor de siete
hermanos, desde que podemos trabajar estamos trabajando en las labores del
campo y lo que me obligó a subirme en el camión fue el sufrimiento diario al
que está sometida mi madre.
Eso es lo que repetía constantemente el que estaba
en la cama de al lado, cada vez que llegaba otro visitante nuevo a preguntar.
Este joven se ha convertido en todo un héroe en su pueblo africano, puesto que,
al quedar minusválido, la ONCE le ofreció un trabajo y por ello, manda todos los
meses el dinero que puede a su madre. Todo un ejemplo a seguir a una serie de generaciones de
jóvenes de su pueblo, puesto que la madre del que fue atropellado por el camión
la vivienda ya es de su propiedad, tiene televisión, frigorífico, teléfono, y puede ir a
comprar con dinero en el bolsillo a la tienda.
Los jóvenes benineros de mi
generación nos preguntábamos una y otra vez, que: ¿Aquellas empresas a las se
iban a trabajar nuestros paisanos porque no se montaban en Benínar?. ¿No era más fácil y más humano llevar el trabajo a donde estaba la mano de
obra, que llevar la mano de obra al taller, o a la fábrica?.
Recuerdo que cuando
empezaron aparecer ahogados en la última
década del siglo pasado en el Estrecho de Gibraltar, un grupo de personas se reunían en la
plaza alta para ir a continuación a tirar flores al agua de la bahía. El
acontecimiento se repetía tantas veces que aquellas concentraciones fueron perdiendo personas, hasta que las últimas decidieron que con aquella forma de actuar no se
modificaba en lo más mínimo lograr que no apareciesen más ahogados a las puertas
de la UE. A los inmigrantes nadie les va a convencer para que vuelvan a su lugar de origen e intenten ligar su futuro al lugar en que han nacido, ni los países a donde se dirigen les van a recibir con los brazos abiertos, les van a facilitar la llegada y que se adapten a una sociedad totalmente diferente de donde proceden.
Ya han pasado más de dos
décadas y la solución que en la actualidad se está tomando es brindar la
frontera, y cada vez se concentran más y
más africanos con la intención de cruzar el charco. Ojalá la solución se
lograse volviendo a tirar claveles al mar.
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