En mi última visita realizada a la zona del
Cerrajón de Murtas, me encontré que en La Alpujarra empiezan a comercializar
espumosos cinco bodegas, que por supuesto no sé si describirlos como champán o
como cavas sin meter la pata.
En el año anterior me invitaron a una vendimia en
Laujar del Andarax y el lugar donde está colocada dichas viñas en una loma, es
realmente bello contemplar aquel llano lleno de viñas y al fondo la sierra.
Saco este dato porque en aquella ocasión saqué la conclusión que son bastantes
los dueños de los invernaderos que parte de los beneficios sacados de los
invernaderos son invertidos en dotarse de una bodega para tener vino propio en
primer lugar, pero también para invitar a los amigos cada vez que se tercie,
para comerse un choto y unos tragos de vino. Estando allí contemplando aquel
paisaje lleno de colores me preguntaba: ¿Llegara de esta procedencia las
inversiones que siempre faltaron en toda La Alpujarra para promocionar sus
productos?.
Cada vez que he visitado (que fueron unas cuantas
y unos cuantos brindis) en la zona donde vivo las bodegas de Jerez , San Lucas,
Puerto de Santa María y Chiclana, sin duda alguna las que tienen la mejor
solera de España, en cada visita siempre me he preguntado: ¿Cual es la razón
que la zona de Cádiz tenga tanto y La Alpujarra tan poco cuando ambas zonas se
colocaron en la línea de salida en el siglo XIX, cuando apareció la filoxera?.
Cuando me refiero a tanto, me estoy refiriendo a la de cientos de botas,
cientos de miles de litros que tienen almacenadas las bodegas más importantes
de la zona; mientras que en un paseo por La Alpujarra el viajero no se encuentra con bodegas
tanto por los pueblos como por las carreteras, por ello los bodegueros
alpujarreños poco es el vino que han almacenado en todo ese tiempo de cultivo. En
nuestra zona no existen esos tres toneles donde dicen los gaditanos radica la
esencia, la solera y la crianza de todo buen vino.
De nuevo me llega a la
cabeza otros dos extremos, el minifundio y el latifundio. ¿Se podrá transformar
el minifundio en todo el Cerrajón de Murtas o en toda la zona del Andarás?.
¿Nacerán cooperativas como han nacido en el Poniente de Almería para
enfrentarse de otra manera a la producción y venta del vino?.
En la última
visita realizada a la bodega del Tío Mateo, el guía hacia bastante hincapié en
la tradición de unir siempre bodega y apellidos. Nos decía que son tres
generaciones enteras unidas y trabajando dentro del negocio familiar. En este sentido recuerdo que a Benínar
llegaban los pellejos de vino (los mismos envases a los que se enfrentó don
Quijote de la Mancha) las damajuanas metidas en cestos de caña o de
esparto a la taberna de Antonio Campoy,
que eran dos los apellidos que se encargaban del reparto. Los que llegaban de Ugijar y los que llegaban de
Fondón. ¿A que se dedicarán aquellas dos familias que copaban el mercado del
vino desde el mar hasta la sierra en toda La Alpujarra?.
Como olvidar las botas y los porrones que se
llenaban en forma de derroche en estos días en los que se mataban los cerdos; aquellas “matanzas
benineras”que
duraban dos días y era la época del año en la que cada familia era protagonista
en función del número de cerdos sacrificados y de las arrobas de vino que se
compraban.
Cada vez que me encuentro en el supermercado con
las botellas de anís, cierro los ojos para trasladarme a mi pueblo para estar
en la matanza primera que recuerdo, la de mi abuela Mamanona. Al amanecer antes de
comenzar las faenas, había que tomarse una copita de anís, carraspear, coger un
puñado de higos, remangarse la camisa por encima del codo y esperar órdenes.
Todo esto que escribo me lo ha traído la botella
medio vacía de anís que está encima de la mesa que le coloco un mandil donde pone, anís regalao, (por la destilería
que tenía Andrés el Regalado en Benínar) y el vino que se consume en estos días
en mi casa la botella que está en la mesa también tiene un mandil donde pone:
Bodegas Reinoso.
Le pediré en la próxima carta a los Reyes Magos
que en la Puerta Purchena de Almería aparezca una gran figura con forma de
botella encima de cualquier edificio donde ponga el título que identifica el “tío ...” que
identifica el vino de toda La Alpujarra.
“En el 1835 con 23
años el tío pepe de jerez comienza a sembrar y cosechar su brandy. En el 1856
ya estaba vendiendo dos millones y medio
de botellas en Inglaterra”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario