Ahora que se
cumple 40 años de aquel día fatídico del 19 de octubre de 1973, en que una
tormenta en la zona arrasa con toda la vega de Benínar, no está mal actualizar aquella
riada que a los nacidos en Benínar (en Darrical, Adra, La Rábita, Albuñol, …) nos marcaría para siempre y en
cierta medida nos sentimos desamparados en primer lugar por el Cielo y en
segundo lugar por aquellas personas llagadas al pueblo que pusieron valor a
nuestras tierras a nuestras casas para la construcción de una presa y nos obligaron a marcharnos.
De las quince
riadas durante todo el siglo XIX, los benineros reaccionaron volviendo a
reconstruir la vega, hasta que llegó la última en la que nos sentimos
totalmente hundidos y desamparados y nos dejamos llevar por las circunstancias
creando en nosotros esa sensación de impotencia que no logramos superar de la
que tanto nos lamentamos constantemente.
Sirvan unos trovos para expresar aquella
noche fatídica que desde mi ventana hablando con mi vecino Andrés Perejil y familia, la
vivimos desde que empezó el primer trueno hasta que cesó la lluvia y en la
curva de la carretera a la altura del cementerio con la luz de los relámpagos en
plena madrugada vimos como el río se iba tragando uno a uno todos los bancales
de la vega.
Siempre pensé que los trovos
había que darle sentido.
Le faltaban argumentos.
Preñarlos de contenidos.
Vempaca: En octubre dijo el río.
Ay barrancos, ay rambla, ay río,
sacasteis las escrituras
cuando no tenía sentido.
Vuestros son y vuestros eran
siempre se ha reconocido.
¿No escuchasteis la campana tocando a
muerto,
las mujeres se rompían los vestidos,
los hombres se han vuelto locos,
los pájaros lo barruntaron, se marcharon
y abandonaron sus nidos?.
Ay rambla, ay ramblilla, ay el rio
que nos llenaste el alma
de penas, llena de inmensos vacíos
desde aquella noche negra
no me acuerdo si he dormido.
Sin razones y sin motivos
arrasaste toda la vega,
humillados nos sentimos,
nos vaciasteis las despensas
nos dejaste, tocados y hasta hundidos.
Ay rambla, ay barrancos, ay el río,
que aquella noche de octubre
dejaste de ser mi amigo,
te llevaste por delante
todos los esfuerzos míos.
!Ay el río!. !Ay el río!.
Que se han borrado del mapa
los bancales, aquellas azas de trigo.
Una parra quedó sola, llora y llora.
Pregunta: El parral donde se ha ido.
Tardaremos en levantarnos.
La siembra perdió el motivo.
Balates: ¿Para que levantar,
las acequias los brazales, hacer lomos?.
Ya todo perdió el sentido.
Ay río, ay los ríos.
Sabes que ya no tendremos
brazales donde jugaban los chiquillos,
donde cantaban las ranas, las nanas
para dormir a mis críos.
Ay barrancos, ay rambla, ay río.
Has espantado a los jóvenes
los llenaste de motivos.
Ya renuncian y maldicen
el lugar donde han nacido.
Ay barrancos, ay rambla, ay el río,
la fe en todos los santos.
¿”Hay que hacerse como niños”?.
Esa frase, ese dicho,
dejo de tener sentido.
Mi arenal junto al río.
Arenales de algodón
de remolachas de trigo.
Arenales: ¿Donde estáis?.
Quiero descasar contigo.
1 comentario:
Desde la distancia, también vivimos con mucha tristeza aquel desastre que significó el principio del fin.
Muy bello te ha quedado, este triste epitafio.
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