Después de las
fiestas celebradas en el Cerro de las Viñas (Benínar) en honor a nuestro patrón
San Roque otro año más llegamos cargados de ilusión por volver a encontrarnos y poder compartir todo lo acontecido desde el año pasado.
Existía un dicho popular que la mayoría de la
gente cuando va a ver una corrida de toros, va contento, de fiesta, pletórico.
No hacía falta preguntarle a donde iba, antes de preguntarle te contestaba: ¡Voy a los
toros!. Cuando salía y se le preguntaba
de donde venía, contestaba, melancólico,
como aburrido, triste: Vengo de los toros. Igualico, igualico, nos pasa a los benineros
cuando nos juntamos todos los años para ir en procesión con nuestro patrón San
Roque.
En primer lugar la ausencia de la familia formada
por Juan Molina y Lolica la de Ramón no apareció nadie y todos comprendimos que
el duelo, los duelos no son fáciles que terminen tan pronto.
De los cinco mayordomos que fueron nombrados el
año pasado tan solo nos quedaron dos para estar disponibles los dos días de
fiesta, pero no importó ya que la matriarca de los Medina Molina se puso las
dos manos en la cadera, como solían hacer siempre que se enfrentaban a las
faenas las benineras y dicha mujer María
Angustias distribuyó el trabajo y toda la familia cumplió en el puesto que fue
colocado desde que llegaron los primeros hasta que se fueron los últimos. El
patriarca de dicha familia Manuel, se encargó que tocar todos los resortes de
la administración para que todo estuviese a punto. Como ocurre casi siempre,
una sola familia descarga sobre sus
espaldas atender a todo el mundo lo mejor que se sabe hacer y en esta ocasión lo consiguieron. Desde el más chico hasta el más grande de la familia se pusieron al servicio de la comunidad una
fiesta donde pudieron participar más de doscientas personas.
Ya todo preparado para empezar, como siempre
viviendo en la incertidumbre del número que acudirían a la llamada. Gracias al
patrón San Roque, que es el reclamo principal, el número de asistentes el día dieciséis
cada vez son más aunque los benineros bautizados con al agua de la Fuente de la
Cañarroda bendecida, cada vez por ley de vida somos menos. Quizás fue el año en
el que el nombramiento de los nuevos mayordomos (los que se encargarán de
preparar las próximas) fue más rápido y apenas se notó el momento de la asignación
y aceptación de las mayordomías.
La sorpresa para mí fue grande al encontrarme
sentado en la mesa del paulo a un joven con una edad aproximada a los veinte
años acompañando a su abuelo. Es el primer nieto que se incorpora para aprender
en vivo y en directo las estrategias de los viejos jugadores de naipes benineros.
Es curioso observar que este juego conocido como el paulo, perdura a pesar de
saltarse una generación. Pasa de abuelos a nietos con la incorporación de este
primer joven en mucho tiempo.
Se me encomendó que guardase unas sillas para
cuando llegasen las autoridades y estando en guardia llegaron unos ojos, los
que siempre me desarmaron, y ahora aunque sigan estando en un rostro cerca de los ochenta
años, sin mediar palabra alguna se apoderó de mis sillas y no me quedó más
remedio que correr a la otra punta, por no enfrentarme a las dos miradas, la
de la matriarca Mariangustias (la que
ejercía como mayordoma, como anfitriona) y a los ojos de Vitorilla. Ya en la
otra esquina comencé a preparar argumentos en mi defensa y me vino a la cabeza
la mirada de pintor malagueño Picasso. Nunca tuve frente a frente los ojos
del pintor, pero sí los ojos de mi
paisana, y, entonces comprendí que es cierto lo que dicen y cuentan de los
efectos que produce una mirada, aunque esos ojos tengan cerca de los ochenta años. Si los
ojos son como los que me miraron, te levantan, te quedas de pie, se llevan tu silla te desarman todos toicos
todos los argumentos.
Como olvidar la cara de mi prima María, que su
yerno el director de la banda de música
tocó por primera vez en toda la Historia de Benínar de todas las bandas
que por allí pasaron, el himno a San Roque. Me busca, me encuentra y me dice:
-
¡Venga!. ¡Vamos!. Que la banda nos espera. Que tenemos que
cantar el himno a San Roque.
Que yo recuerde, el patrón tiene tres himnos. ¿Cuál de ellos
era?. Los canté por última vez los tres de golpe, puede que pasaran los cuarenta
años. Le dije que no tenía letra y me contesta:
-
Pues así. Sin letra. Que se va a
tocar por primera vez el himno a San Roque.
Hablando de caras. Mi paisana Amelia cuando tuvimos
un ratico a solas me dice:
-
Te encuentro una expresión triste. Tienes
mala cara. ¿Qué te pasa?.
-
Todo el mundo no lleva los mismos genes, - le contesté –. Tu eres hija de Rosario y de Paco Ginebra.
Paco que era el único beninero que cuando llegaba
de las labores del campo al atardecer, se sentaba en el tranco de su puerta
donde los beninerillos le estaban esperando para que les contase un cuento. Fue
el único beninero que dejó en la mente de los críos un cuento. Nadie en el
pueblo sabía ninguno y mucho menos
inventárselos.
Rosario ya mayor, viviendo en Vicar con su hija, cada vez que
escuchaba la explosión de un cohete, se levantaba de la silla como un resorte,
buscaba a su hija y le decía:
-
¡Venga!. ¡Vamos a arreglarnos!.
Escuché un cohete y por lo tanto donde están
los cohetes están las fiestas. Que le gustaban las fiestas a aquella pareja y como las disfrutaban. Su alegría era contagiosa.
Aparecieron otros datos, otros encuentros y otros
titulares que los tengo anotados para otros relatos.
2 comentarios:
Paco, Muy buena tu experiencia en la fiestas, pero en nuestra familia el paulo no se ha saltado ninguna generación. Viste a Jose, que sabe jugar y te aseguro que muy bien. Pero también juegan todos sus tíos (Juan e Isa sobretodo). También jugamos al paulo mis hermanos y yo. Todos hemos aprendido de los mismos maestros. Aquellos que viste en San Roque, pero sobretodo del mejor "El tío Antonio"
Un abrazo JuanMa
Algo se debería hacer para que se sepa que dicha tradición continua.
Lo que se ve en cada encuentro beninero siempre es una mesa y siempre son los mismos.
A los jóvenes: ¿Que condición ponéis para desafiar en el juego a los mayores?.
Tu comentario: ¿Da a entender que faltan mesas para que sean más los participantes?.
De todas formas me satisface que dicha tradición no se ha perdido.
¿Que ocurrirá con dicha tradición en Cataluña?.
Un abrazo JuanMa.
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