martes, 20 de agosto de 2013

¿De donde vienes?: De las fiestas de Benínar.



Después de las fiestas celebradas en el Cerro de las Viñas (Benínar) en honor a nuestro patrón San Roque otro año más llegamos cargados de ilusión por volver a encontrarnos y poder compartir todo lo acontecido desde el año pasado.
Existía un dicho popular que la mayoría de la gente cuando va a ver una corrida de toros, va contento, de fiesta, pletórico. No hacía falta preguntarle a donde iba, antes de preguntarle te contestaba: ¡Voy a los toros!.  Cuando salía y se le preguntaba de donde venía, contestaba,  melancólico, como aburrido, triste: Vengo de los toros.  Igualico, igualico, nos pasa a los benineros cuando nos juntamos todos los años para ir en procesión con nuestro patrón San Roque.

En primer lugar la ausencia de la familia formada por Juan Molina y Lolica la de Ramón no apareció nadie y todos comprendimos que el duelo, los duelos no son fáciles que terminen tan pronto.

De los cinco mayordomos que fueron nombrados el año pasado tan solo nos quedaron dos para estar disponibles los dos días de fiesta, pero no importó ya que la matriarca de los Medina Molina se puso las dos manos en la cadera, como solían hacer siempre que se enfrentaban a las faenas las benineras y dicha mujer  María Angustias distribuyó el trabajo y toda la familia cumplió en el puesto que fue colocado desde que llegaron los primeros hasta que se fueron los últimos. El patriarca de dicha familia Manuel, se encargó que tocar todos los resortes de la administración para que todo estuviese a punto. Como ocurre casi siempre, una sola familia descarga  sobre sus espaldas atender a todo el mundo lo mejor que se sabe hacer y en esta ocasión lo consiguieron. Desde el más chico hasta el más grande de la familia se pusieron al servicio de la comunidad una fiesta donde pudieron participar más de doscientas personas.

Ya todo preparado para empezar, como siempre viviendo en la incertidumbre del número que acudirían a la llamada. Gracias al patrón San Roque, que es el reclamo principal, el número de asistentes el día dieciséis cada vez son más aunque los benineros bautizados con al agua de la Fuente de la Cañarroda bendecida, cada vez por ley de vida somos menos. Quizás fue el año en el que el nombramiento de los nuevos mayordomos (los que se encargarán de preparar las próximas) fue más rápido y apenas se notó el momento de la asignación y aceptación de las  mayordomías.
     
La sorpresa para mí fue grande al encontrarme sentado en la mesa del paulo a un joven con una edad aproximada a los veinte años acompañando a su abuelo. Es el primer nieto que se incorpora para aprender en vivo y en directo las estrategias de los viejos jugadores de naipes benineros. Es curioso observar que este juego conocido como el paulo, perdura a pesar de saltarse una generación. Pasa de abuelos a nietos con la incorporación de este primer joven en mucho tiempo.

Se me encomendó que guardase unas sillas para cuando llegasen las autoridades y estando en guardia llegaron unos ojos, los que siempre me desarmaron, y ahora aunque sigan estando en un rostro cerca de los ochenta años, sin mediar palabra alguna se apoderó de mis sillas y no me quedó más remedio que correr a la otra punta, por no enfrentarme a las dos miradas, la de la  matriarca Mariangustias (la que ejercía como mayordoma, como anfitriona) y a los ojos de Vitorilla. Ya en la otra esquina comencé a preparar argumentos en mi defensa y me vino a la cabeza la mirada de pintor malagueño Picasso. Nunca tuve frente a frente los ojos del  pintor, pero sí los ojos de mi paisana, y, entonces comprendí que es cierto lo que dicen y cuentan de los efectos que produce una mirada, aunque esos ojos tengan cerca de los ochenta años. Si los ojos son como los que me miraron, te levantan, te quedas de pie,  se llevan tu silla te desarman todos toicos todos los argumentos.

Como olvidar la cara de mi prima María, que su yerno el director de la banda de música  tocó por primera vez en toda la Historia de Benínar de todas las bandas que por allí pasaron, el himno a San Roque. Me busca, me encuentra y me dice:
-         ¡Venga!. ¡Vamos!.  Que la banda nos espera. Que tenemos que cantar el himno a San Roque.  
Que yo recuerde, el patrón tiene tres himnos. ¿Cuál de ellos era?. Los canté por última vez los tres de golpe, puede que pasaran los cuarenta años. Le dije que no tenía letra y me contesta:
-         Pues así. Sin letra. Que se va a tocar por primera vez el himno a San Roque.

Hablando de caras. Mi paisana Amelia cuando tuvimos un ratico a solas  me dice:
-         Te encuentro una expresión triste. Tienes mala cara. ¿Qué te pasa?.
-         Todo el mundo no lleva los mismos genes, - le contesté –. Tu eres hija de Rosario y de Paco Ginebra.
Paco que era el único beninero que cuando llegaba de las labores del campo al atardecer, se sentaba en el tranco de su puerta donde los beninerillos le estaban esperando para que les contase un cuento. Fue el único beninero que dejó en la mente de los críos un cuento. Nadie en el pueblo  sabía ninguno y mucho menos inventárselos. 
Rosario ya mayor, viviendo en Vicar con su hija, cada vez que escuchaba la explosión de un cohete, se levantaba de la silla como un resorte, buscaba a su hija y le decía:
-         ¡Venga!. ¡Vamos a arreglarnos!.  Escuché un cohete y por lo tanto donde están los cohetes están las fiestas. Que le gustaban las fiestas a aquella pareja y como las disfrutaban. Su alegría era contagiosa.

Aparecieron otros datos, otros encuentros y otros titulares que los tengo anotados para otros relatos.

2 comentarios:

JuanMa dijo...

Paco, Muy buena tu experiencia en la fiestas, pero en nuestra familia el paulo no se ha saltado ninguna generación. Viste a Jose, que sabe jugar y te aseguro que muy bien. Pero también juegan todos sus tíos (Juan e Isa sobretodo). También jugamos al paulo mis hermanos y yo. Todos hemos aprendido de los mismos maestros. Aquellos que viste en San Roque, pero sobretodo del mejor "El tío Antonio"

Un abrazo JuanMa

Paco Ramón Maldonado Ruiz dijo...

Algo se debería hacer para que se sepa que dicha tradición continua.
Lo que se ve en cada encuentro beninero siempre es una mesa y siempre son los mismos.
A los jóvenes: ¿Que condición ponéis para desafiar en el juego a los mayores?.
Tu comentario: ¿Da a entender que faltan mesas para que sean más los participantes?.
De todas formas me satisface que dicha tradición no se ha perdido.
¿Que ocurrirá con dicha tradición en Cataluña?.
Un abrazo JuanMa.