El 12 de octubre, para los alpujarreños la Feria de Ugijar, en honor a la Virgen del Martirio, en esta ocasión, es Frasquito Rodríguez Romera (me unen a él todos los vínculos de afecto y cariño) el que me acompaña. Mi madre nos había dado quinientas pesetas para comprar una albarda nueva para la burra y en cierta medida no era lo mismo visitar la feria un beninero que va sin dinero (sin una peseta en los bolsillos) que nosotros con aquel capital. Nos detenemos, en la puerta de un talabartero, en la capital de La Alpujarra. Ante nuestros ojos aparece uno de los oficios que seguro fueron motivos más que suficientes para que los moriscos que tuviesen dicha especialidad bajo ningún concepto fuesen expulsados cuando dejaron sin moriscos La Alpujarra.
Romera se pone delante de mí y me dice:
- ¿Te cuanto la historia de este talabartero?.
Verás: Cuando en Berja, el alcalde y el cura estaban decidiendo los moriscos que tenían que ser expulsados, llegó un momento en que el alcalde se dio cuenta que se quedaban sin la mayoría de los oficios propios que necesitaban en el pueblo.
Es cuando el alcalde le dice al cura:
- Aunque nos han dado órdenes de expulsarlos a todos, el pueblo no se puede quedar sin herrero, talabartero, taxidermista, médico, boticario, posadero, todos los relacionados con el mantenimiento y construcción de viviendas; todos aquellos oficios trasmitidos de padres a hijos, que los nuevos repobladores seguro no sabrán.
¿Por Dios y por la Virgen, nos vamos a quedar sin talabartero?.
A lo que el cura contestaría:
- Está bien yo les bautizo y Ud., le da sus apellidos cristianos.
En el taller, la viejas máquinas Singer, industriales, eléctricas y a pedal, ocupan un lugar especial. Algunas cosen con dos agujas a la vez, otras se usan para dibujar con hilo en el cuero. En las paredes cuelgan herramientas de todo tipo y tamaño. Dos amplias mesas sirven para trabajar cómodamente. Cajas completas con hierros de dibujo, para marcar el cuero. Cajas completas con hierros de dibujo, con diferentes diseños, sacabocados, leznas y medias lunas. De aquel lugar salieron todas las jáquimas y las cinchas que tenían todos los animales de carga y casi todas las pequeñas jáquimas que tenían las cabras caseras; las correas de infinidad de cencerros de las manadas de cabras y ovejas.
Nunca había visto tantas y tan variadas, colgadas de la pared; las cinchas, las jáquimas, los ataharres. Las dos piezas últimas adornadas con pelos de jabalí o de algún animal salvaje. Quedé prendado de una jáquima para mi burra tía trina, pero mi tutor en aquella ocasión me dijo: Dicha jáquima con tanto adorno de pelos y remaches era propia para un caballo, para una yegua, pero nunca para una burra.
- ¿Cuál es la razón si tenemos dinero?.
- Los caballos son los señoricos, los cortijeros. Los burros son los jornaleros. ¿Has visto alguna vez a un estripaterrones con traje?.
Poco a poco supo sacarme aquella idea de la cabeza de la compra de la jáquima, explicándome aquel oficio que no se conocía en Benínar, pero sobre todo que situase en mi cabeza el escalafón social que en La Alpujarra tenían los burros, los mulos y los caballos. .
- ¿Sabes la razón de no tener talabartero en el pueblo?. Porque no tenemos vacas. ¿De dónde se puede sacar la piel?. Tampoco tenemos peletero que es el que se encarga de preparar la piel de la vaca para convertirla en tira.
¿Tú has visto alguna vez en Benínar a una zorra, a una perdiz, a un hurón disecado?: Porque no tenemos taxidermista.
Venga. Antes que nos vean el billete de quinientas pesetas el de las albardas, tenemos que cambiarlas para el recateo.
- ¿Cómo se llama el que construye las albardas?. Le pregunto.
- Albardero. Cualquiera que sepa hacer pleita y sepa doblar varas de adelfa.
A cada animal se le coloca lo que le corresponde.
Como ocurrió cuando llegó al pueblo el médico don Emilio que a la burra de Antonio Cabras, le puso la montura de caballo, que la gente decían cuando se cruzaban: Como a un santo dos pistolas. Una montura a una burra. / Como a un santo dos pistolas / que todo un caballero / en una burra se suba.
A lo lejos vemos a unos titiriteros y cuando nos acercamos me dice Romera:
- Niño no preguntes más que todo no se aprende en una sola visita a la Feria de Ugijar.
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