A la entrada del pueblo en la carretera Turón a Berja, la familia de los Blancos tenían el negocio más rentable de Benínar. Comparando con algún negocio actual, era como la gasolinera que poco tiempo después (sería sobre comienzos de los sesenta) montaría en Berja la familia de los Molinas. No existía competencia alguna.
El dueño de la herrería había vuelto de Cuba y con el dinero que trajo montó dicho negocio, en aquellos tiempos rentable puesto que los medios de transporte se realizaban a lomos de las bestias. De madrugada hasta el anochecer el hijo y el padre calzaban a los mulos, a los burros y a los escasos caballos (pertenecientes a los señoritos de los cortijos), que pasaban de los cortijos de Turón y Murtas a Berja.
Apareció la palabra “señoricos de los cortijos" (personajes desaparecidos por completo), que en aquellos tiempos se podía calificar como especie aparte, interesante para escribir sobre ellos. Continúo con el tema beninero.
La inversión para dicho negocio fue comprar unas tenazas, para cortar los callos, un martillo, un yunque para adaptar la herradura al casco, una lima para lograr la terminación perfecta entre el casco y herraduras de todas las medidas y tres cajas de clavos de cabeza específica, que encajaba perfectamente en las seis u ocho hendiduras que tenía la herradura.
El herrero por escuchar y ver todas las enfermedades que podían tener los animales de carga, también desempeñaba la labor de veterinario dando remedios caseros, recordando en especial que para el resfriado de dichos animales, dentro de un higo se le metía un trozo de camisa de serpiente. El azufre se aplicaba como desinfectante en todas las heridas y sobaduras. Nadie como el herrero para denegar o atestiguar la edad de los animales de carga, con solo abrirle la boca al animal.
No fue mal negocio, hasta que Paco el de Ramón compra un motocarro en Granada, para dedicarlo al transporte de mercancías, (producciones agrícolas), desde Benínar a los pueblos cercanos, llegando incluso a vender el queso que compraba en El Ejido hasta Guadiz. Del motocarro se pasó a la furgoneta, eliminando de los caminos a los arrieros en menos de dos décadas.
Aquel negocio estaba situado en una de las arterias de comunicación de los pueblos alpujarreños. Para llegar de Ugijar, (por aquel tiempo la capital de La Alpujarra) con Adra (el puerto de mar de la zona) casi justo en el centro estaba situada aquella herrería. Lo que se producía en el pueblo de Murtas y en sus cortijos, el vino, aceite, higos pero sobre todo almendras, tenían que pasar por la puerta de la herrería.
Benínar en aquellos tiempos tenía en funcionamiento cuatro molinos de harina que dos de ellos funcionaban todo el año y por ello el trasiego de convertir en harina todo el trigo que se producía en todo el Cerrajón de Murtas y en parte de la Contraviesa, gran parte de dicha transformación se tenía que realizar en Benínar y el transporte era en los lomos de los burros y los mulos.
La herrería era el lugar de encuentro de todos aquellos paisanos que sentían la necesidad de una parrafada antes o después de ir a trabajar al campo y en cierta medida aquella herrería cumplía la misma función que en la actualidad desempeña un cibercafé. Antes como ahora la necesidad de estar informados y estar al tanto de lo que ocurre a nuestro alrededor, en Benínar la noticia al minuto estaba en la herrería; allí se fabricaba, se le daba forma, se interpretaba para cada público. Las mujeres en el tema de poner herraduras a los animales, desde siempre, habían delegado en ellos o era responsabilidad, de ellos.
Aquel hombre (el que hizo las américas) en la actualidad sin duda alguna lo que hubiese montado sería una agencia de noticias, al tener características especiales para el tratamiento y seguimiento de la noticia.
Pienso que la Guardia Civil ( era la única que en aquellos tiempos tenía los mejores caballos en toda la comarca), sabía, que la información que le daba el herrero era la correcta, puesto qué, el profesional identifica los pasos de sus clientes aunque se encuentre de espaldas.
2 comentarios:
Me encanta Paco, esto sí que es mantener viva la memoria de Benínar
No esta mal que la nueva generación de beninerillos les guste las historias de lo que aconteció en el pueblo alpujarreño que desapareció.
Saludos.
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