Anoche me tomé unos cuantos vasos de vino tinto, del caro, con mi amigo Alfonso. Ese néctar que se encuentra dentro de una botella que antes de abrir, se lee detenidamente la etiqueta y en ese momento los que estamos, ya casi comenzamos a disfrutar de su contenido.
Como tantas veces estemos donde estemos es él, Alfonso, quien le quita el precinto y el tapón, suelta la botella, se queda con el corcho en la mano y da su veredicto si el vino y el corcho se encuentran a la misma altura en calidad.
Alfonso hijo de un guarda bosques, nació y se crió en una zona de Tarifa que se llama la Jumá, hasta llegar a la universidad. Estudiaba por las noches iluminado por la luz de una vela. Del autobús a su casa cinco kilómetros de ida y cinco de vuelta todos los días. Se costeó sus estudios gracias a trabajar primero como mulero y después arrancando el corcho del alcornoque. En la actualidad es un ingeniero de los responsables de una empresa que ha absorbido la Junta de Andalucía.
Con el tapón de corcho en la mano, su rostro casi transformado (todo un profesional en su extracción del árbol) nos dio una disertación de una de las profesiones que se mantiene a duras penas, quizás en sus últimas bocanadas, (los tapones se puedan comprar ya en China), hasta que desaparezca de esta zona entre discusiones y discursos a favor y en contra de los llamados “ecologistas”.
Éste tarifeño pertenece a ese uno por ciento, que por su inteligencia y esfuerzo pasa de arriero a ingeniero como le ha pasado a cada uno de los personajes actuales de cada uno de los pueblos de La Alpujarra, (de la generación de los cincuenta y un poco más), que nadie como ellos conocen su entorno, la forma de vida del sector agrícola tradicional y que se pregunta constantemente: ¿”Qué hace un tío como yo en un sitio como éste” desde que me levanto hasta que me acuesto a pesar de ser el único corchero que en la actualidad puede beberse los mejores vinos taponados con los mejores corchos?.
Le pregunto:
- ¿Porqué no vuelves a emplear tu inteligencia a que se desarrolle tu zona?. ¿Tienes miedo a enfrentarte a los que extraen y venden el corcho, a los que lo transforman, los que cobran un tapón a precio de quintal?.
Me contesta:
- Te daré la contestación por escrito.
Mientras me prepara la contestación pienso en los de Valor, Ugijar, (…), en casi todos los que han nacido en los pueblos de esa Alpujarra que en la actualidad son profesionales destacados en todas las ciencias, en los hospitales, la universidad, (…), que añoran su tierra, pero que sus hombros los tienen puestos en otras procesiones para pasear a otros santos.
Noticia en el periódico Europa Sur cuando se está terminando la temporada de la extracción del corcho en el Parque de los Alcornocales:
…, una mayor calidad en el corcho traducida en una mayor extracción hasta completar unos 5.000 quintales castellanos, unos 230.000 kilogramos brutos de corcho, de los cuales se aprovecharán finalmente unos 4.500 quintales que a 27 euros el quintal, dan un resultado de 121.500 euros de beneficios.
1 comentario:
En la provincia de Gerona hay muchas "encinas sureras" suru (corcho en catalán) Cuando vas con el coche se distingue en el tronco de los árboles la marca hasta donde han llegado con la extracción.
Muy interesante todo lo que escribes.
Juan Gutiérrez.
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