No recuerdo la fecha donde escribí un comentario cuando nuestra paisana Lola Sánchez, estuvo invitada en el Vaticano con título de madrina de un sacerdote que sería nombrado obispo.
Nuestra paisana tenía una silla en la primera fila con su nombre y fue una de las pocas personas que se le había concedido el honor (seleccionada) que nada más ni nada menos el Papa Juan Carlos II le diese la comunión.
Cada cual tenemos nuestros ídolos, (los socialistas y los del PP, tienen los suyos como los que admiran a algún cantante, etc) como le pasó a nuestra paisana que tardó tiempo en lavarse la mano la que estuvo en contacto con el Papa.
Cuando a los beniner@s, nos explotaba el corazón de júbilo, teníamos todo un pueblo lleno de gente para compartir dicho acontecimiento. Al que me estoy refiriendo ahora, es cuando llegó por primera vez mi hijo mayor a Benínar con tan solo trece días, mi madre cogió a su primer nieto dormido en el carrito y se paseo (por las calles empedradas del pueblo) desde el Barrio Alto hasta el Barrio Hondillo enseñando, presumiendo y por supuesto recogiendo reconocimientos que de vez en cuando necesita una persona, compartir “los pequeños trozos de gloria que nos llega a los del montón”.
Cuando he visto reciente la llegada del Papa a Madrid, lo del número de asistentes, el número de días que ha estado, etc., lo he estado viendo mientras pasaba de un lado para otro en la pantalla de la TV.
Imaginar que en un momento dado, alguien me hubiese llamado diciendo que a una determinada hora, un paisano, un beniner@, aparecería en la pantalla, que el Papa le daba la comunión.
¡Pues sí señor!. Por lo menos he sentido un subidoncillo, un recuerdo agradable al compartir parte de la emoción que sitió nuestra paisana al pensar que en un momento dado de nuestra historia, una beninera, Lola Sanchéz, única en la Historia de Benínar, me quedo corto, en la Historia de La Alpujarra ocupa toda la pantalla del televisor de nuestra casa.
Las emociones como las goteras cuando llegaba una tormenta al tener todas las casas terrados de launa, le ocurriese a quien le ocurriese, a todos nos tocaban unas cuantas goteras. Pues aún me dura lo guardo en la faltriquera de mis recuerdos el poquito que me correspondió de lo vivido por Lola Sánchez cuando se cruzaron sus manos y sus miradas con las del Papa de Roma.
2 comentarios:
Paquito, eso no es nada para lo que hizo la reina Isabel la Católica, que prometió no cambiarse de ropa interior hasta que Granada no se rindiese, lo que le llevó varios años.
Por cierto, corrige que el papa no se llamaba Juan Carlos II
La anécdota de nuestra querida paisana, yo si que te la había "leido" antes.
Juan Gutierrez.
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