Palabra nueva para los benineros/as, muy difícil de explicar para el que está escribiendo, teniendo presente, que, sería en los años sesenta cuando aquellos habitantes de un pueblo llamado Benínar, descubren el mar y los/as jóvenes que se podían bañar en el.
Qué lejos estaba por aquellos tiempos que aquellos alpujarreños se sentasen en la playa, en la arena, en luna llena y contemplasen el reflejo de la luz de la luna sobre las aguas cuando los puñeteros vientos, el levante o el poniente las dejan tranquilas.
A tan solo una distancia dos horas de camino de herradura de la playa, se sabía que existía el mar al llegar los pescadores a vender lo recién pescado al pueblo. Trascurrieron los siglos y aquellos alpujarreños morían sin haber conocido el mar y sin que aquellos rudos vendedores de pescado supiesen crear el más mínimo interés en su clientela que lo mejor que tenía el mar, no era solo los peces capturados. También es verdad que tanto los vendedores como los compradores, su objetivo era la supervivencia y ésta, empieza por el principio que era alimentar el cuerpo, puesto qué, lo de alimentar el alma, eran otros cantares.
Me temo que aún existen paisanos (que nadie se lo ha dicho) que cuando la luna está llena, en su plenitud, y comienza a salir por el horizonte, es de noche y se encuentra uno en la playa, el espectáculo está servido. No es mi intención explicar lo que aparece ante los ojos, ver la luna llena cuando sale por el horizonte, es de noche y la estamos esperando que salga en la playa. Cada noche para mí que estrena manto la luna lunita cascabelera.
No se parece para nada a un amanecer, aunque el sol intente pintar el horizonte con los mejores colores, ni al manto estrellado que lleva la Macarena, o la Esperanza de Triana por las calles de Sevilla, ni a los fuegos artificiales que se lanzan el día de San Roque, estallan, estando de fondo las aguas del pantano. No existe comparación alguna ver el manto de estrellas, borrachas, flotando sobre el mar que se prepara la luna cuando el mar está en calma y ella en su plenitud. No importa en qué época del año estemos para que la luna baje tantas estrellas como les hace falta para confeccionarse el manto que se prepara.
Si los mortales necesitamos cargarnos de energía sin duda alguna el momento es estar en el sitio para contemplar el rielar de la luna. Bueno, también suele tomar energía el que escribe todos los años a principios de septiembre cuando la Virgen de la Luz en Tarifa, le pone su manto nuevo y todos los tarifeños, con toda la familia, nos ponemos en fila en la Calzada para pasar por debajo de su manto.
Tendré que estudiar mucho más haber si encuentro las palabras certeras para describir lo del rielar de la Luna y los efectos en los tarifeños cuando pasan todos los años por debajo del manto de su patrona.
1 comentario:
Está visto, que como a los buenos poetas la luna te ispira...porque tú haces poesía, aunque sea en prosa.
Un saludo, Juan.
Que pena que no puedas ir a la excursión del domingo. Lo he leido en el foro.
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