viernes, 28 de agosto de 2015

Del aguardiente de los Regalaos ni siquiera nos queda el olor




Ha estado en casa unos cuantos días mi hermano y en una de tantas  conversaciones me dice:
-         A tu padre en una temporada le dio por beber anís y para que lo dejase  tuve que hablar con todos los bares de la zona para que no le vendiesen.
Me decían los que se lo vendían que saben quién era el que compraba el  por preguntar por el anís de los Regalaos. Ya sabes el que seguro vendía Pepe Pérez.
-         Le pregunto: ¿Pero Pepe Pérez  llegó a vender aguardiente?.
-         Haber de donde pudo sacar el dinero para costear una carrera para cada uno de sus hijos. Otra explicación no encuentro. Bueno también contarían con los fondos  que cobraba su madre de maestra. Es de suponer que aquella familia vivió de las rentas del aguardiente, ya que finquitas no tenía como otras familias con aquellas casas.
El tema me entró en la cabeza y la forma de quitármelo de encima es escribiendo sobre él. Tengo que añadir que en esta historia también como en tantas otras está Eugenia Douced la canadiense que cuando llega a España en los años setenta con cuatro hijos de edad escolar después de recorrer muchos lugares para quedarse a vivir, decide quedarse en Benínar y precisamente alquilando la casa de los Regalaos. Esta canadiense tiene el don especial que siempre nos preguntamos los del montón: ¿Como es posible que dicha persona diese con ese espacio único, que nadie fue capaz de percibir, de adivinar que acumulase tanto, magnetismo, interés y misterio?. Donde se fabricaba en Benínar la bebida espiritual.
Eugenia en cierta ocasión me dijo:
-         Cuando cojas una historia investiga, pregunta, pero no la dejes sin terminar.
Aún recuerdo su carcajada cuando regresaba de lavar de aquella habitación que olía a aguardiente, y yo le decía que olía a borracha.  
Lo cierto es, que  aquella habitación en la C/ Los Naranjos durante un tiempo allí hubo un negocio que no se sabe cuando empezó ni cuando termino, tan solo encuentro en el recuerdo un trozo de tiempo, donde la historia puede encajar, que es entre  mediados y final del XIX en que aquel negocio existió. Tiempo suficiente para que las paredes de aquella habitación junto a una balsa de agua, sin ninguna chimenea por donde saliese el humo de la destilación, es de suponer que saliese por la puerta de salida o de entrada y por ello sé impregnaran de olor a aguardiente y que casi un siglo después siguiese oliendo el recinto.
La filoxera está en la punta de su desarrollo en el 1886 (casualidad que el anís del mono, tomado como referencia  comenzase a producirse en el 1870) que elimina de la fax de la tierra de la costa mediterránea  casi todas las cepas la base para la obtención  de dicho licor. También había que plantease que  se utilizase o no  lo que queda después de obtener el vino  (grappa al escobajo) como materia prima ya que lo que queda después de obtener el vino habría que traerlo de la zona de La Contraviesa, de Turón o Murtas.

Pedro Antonio de Alarcón en su visita a La Alpujarra escribe:
“Pero la principal riqueza de Murtas y uno de los ramos más importantes de la producción alpujarreña consiste en pa producción de aguardiente. Perdiéndose la cuenta de la cantidad de alambiques que hay establecidos en el lugar y sus cercanías, …”
Otra pregunta que he planteado a los mayores de Benínar es la palabra alambique y me han contestado: ¿Qué, esoqueesloes?.
No es mi intención seguir profundizando en la “bebida espiritual” (según lo define al aguardiente la Guía Repsol: destilación de fermentos de materias agrícolas. ) que se destilaba en Benínar, puesto que lo que me llama la atención es como se replantea aquella familia la continuidad del negocio.
Significativo és la existencia en Benínar de tan solo cinco casas construida de tal forma que tenían tres puertas de entrada al edificio, la puerta principal por donde entraban los señores, la puerta de servicio y la puerta del corral por donde entraba la caballeriza. Todas estas casas pertenecían a familias “ricas o que habían sido ricas”, pero la determinación de sus herederos, aquellas viviendas estaban ocupadas por gente mayor  (después de la guerra civil del 1936) y que sus retoños enfocaron su vida en otros negocios o en otra forma de “buscarse la vida”, como se decía en el pueblo.
Otro dato importante es que la procedencia de aquellas “viviendas o fortunas”, tuviesen su origen en la explotación de las minas de plomo durante casi todo el siglo XIX, pero en el caso de los Regalaos, no se daban las circunstancias, ya que en aquellos tiempos la destilación de los sobrantes de la producción de vino, (no estoy seguro que solo se utilizase como base lo que quedaba del racimo de uva) tenía una técnica, se necesitaban unos preparativos, una comercialización que aquel Regalao que comienza el negocio tenía que partir de una financiación de una especialización, de  unos conocimientos adquirido en otro lugar y que “la morriña”, con reales en el bolsillo, llega a su pueblo, Benínar y monta una destilería. 
La historia comienza mucho antes  que comenzase a vender aguardiente la familia de los Regalaos.

Continuará.


martes, 4 de agosto de 2015

El trompetista que hizo pecar a las mozas benineras.







Jovencitas benineras
Foto tomada del foro de Benína 
En este tiempo en que con frecuencia vemos en TV la fashión plus, donde aparecen todas las tendencias en moda y formas de vestir, cada vez que veo dichas imágenes me acuerdo de cómo vestían en mi adolescencia las mujeres de mi pueblo, Benínar ,y,  en cierta medida el reconocimiento a la costurera oficial que tubo Beninar con diferencia a las demás aficionadas de sus paisanas.



Las mozas que aparecen en la foto eran las que marcaban tendencia en la ropa, las que podían ir  fuera del pueblo a comprase vestidos en la capital. Eso no estaba al alcance del resto de todas las mozas.

Para participar en las fiestas todos los años las mozas tenían que estrenar vestido ya que si no fuese así estaban condenadas a estar los tres días en las escalerillas de la plaza vestidas de diario con su delantal contemplando como las afortunadas se divertían.  
Al grito de todas o ninguna todas las mozas programan reuniones, programan una novena al patrón del pueblo  para encontrar entre todas las mujeres  aquella que tuviese el don de cortar patrones para confeccionar vestidos con la misma facilidad con que ellas eran capaces de lavar en el río, encarpar, (en Beninar era la palabra utilizada para polinizar los racimos de uva),  o hacer de forma correcta todos los menesteres de una mujer de su casa. El soporte papel (patrones que años despues fueron aparecindo en revistas especializadas) para el diseño o para cortar los patrones, el papel no llegaba a La alpujarra.  En Beninar solo había papel de estraza en las tiendas, tan escaso, que  un grupo de mujeres acudían a que se le pesara en la tienda sin el papel para que lo que pesaba el papel fuese en mercancía.  Si hasta a los niños solo se les entregaba un solo libro donde estaban todas las asignaturas y dicho libro era para todo el tiempo de escolarización. Tampoco el papel de periódico  ni el alcalde conocía el nombre de los de aquella época. Puede que los conociesen el cura, el médico y el secretario, pero en sus casas no había periódicos. Al pueblo no llegaba ninguna publicación. Escribir una carta se le encomendaba su compra del folio y el sobre a aquellos que iban de viaje a Berja.
En un momento de la historia del pueblo aparece Rosa la costurera  que se imaginaba los patrones que configuraba un vestido y cogía las tijeras, con un desenvolvimiento asombroso. 
Lo que aparece a continuación es una historia que se argumentaba de la siguiente forma. 
Cuentan que Rosa se encontró en un momento de su vida en una esquina de la iglesia una canasta (fabricada  con  cañavera) con hilo, alfileres, agujas, dedal pero faltaban las tijeras. Las tijeras llegan a las manos de Rosa cuando toma la decisión de aceptar aquel don que le había regalado San Roque. ¡Ohú  las tijeras!.  En aquel pueblo que la mayoría de los pantalones y vestidos pasaban de generación a generación y lleno de remiendos hasta que las mozas no cumplían la mayoría de edad no se les podía regalar unas tijeras y que además demostrasen a sus abuelas y vecinas que las utilizarían correctamente. Tener tijeras implicaba tener un reconocimiento especial por parte de la población. Cuantas morían en el intento de que le consintieran tener unas en propiedad.
Recuerdo (si se me permite) que la difunta Lola Flores, cuando le mencionaban las tijeras tiraba puñados de sal a sus espaldas para evitar el “mal bajío”.    
Cuando Rosa cogía las tijeras no podía equivocarse, en cada movimiento se jugaba la reputación puesto que a la hora de comprar a la gitana Loreto los metros determinados, recurrir a comprar un nuevo trozo había que encontrar a la gitana, en primer lugar por cualquier pueblo de La Alpujarra y en segundo lugar, ¿le quedaría algún retal de dicha tela?.
Todas las mozas van a pedir autorización al cura para hacer una novena para que surgiese de entre todas una costurera con arte que se imaginase el  vestido para la talla de cada una de ellas. Puede que fuese San Roque el patrón del pueblo el que obligase (ser creativa es un don y en aquellos tiempos dicho don tan solo lo concedía San Roque) a Rosa la del Puente a ser creativa, que de unos metros de tela sacase un vestido.  Lo que es constatable, es que en aquellos años todas las mozas para las fiestas estrenaron vestido nuevo.  
La señal que el patrón les había concedido la costurera es cuando  aparece Rosa nada más terminar la novena con unas faldas estrechas, tan ajustadas, (que ella se las había confeccionado) que era incapaz de subir las escaleras que había entre la plaza y la iglesia. Todas las mozas de rodillas emocionadas dan gracias al patrón por haber atendido sus súplicas.
Aún recuerdo que Doloricas la de la tienda lo primero que puso a la venta en su tienda eran unos fardos de tela que compraba en la capital en la calle de las tiendas. Aquel acontecimiento que en el pueblo se confeccionasen los vestidos fue todo un acontecimiento.


Benineras en la playa
Foto tomada del foro de Benínar

No recuerdo cuantos fueron los años en que todas las mozas todos los años estrenaron vestido, pero llegó un año en que la costurera se queda ciega y por ello se acababa de estrenar vestido en las fiestas.     


No tengo referencias quien fue el que, o la que, puede que fuese Loreto la vendedora de fardos de ropa la que intenta justificar la ceguera de  Rosa con el siguiente argumento:
La culpa que la costurera se quedase ciega era un castigo a las jóvenes  por su comportamiento en las últimas fiestas de San Roque donde no tuvieron un comportamiento cristiano. Todas pecaron.  La culpa estaba en que  llegase entre los músicos de la Banda de Música de Ugíjar un trompetista que quitaba el sentido. Pecaron todas ellas aunque difícil de reconocer en público que habían soñado con escaparse y perderse por entre los maizales o las matas blancas de los cerros con el músico el trompetista. Nadie como aquella gitana para dar con argumentos creíbles ante aquella sinrazón de la ceguera de la costurera.
                          Chriss Botti concertista de jazz. 
Lo cierto de esta historia es que en Benínar antes  de Rosa no hubo ninguna costurera y nadie la sustituyo y que Rosa revoleó las tijeras y fue recuperando la visión lentamente, pero ya dedicada a otros menesteres como fue el oficio de molinera. No volvería  a coser para las mozas y que la gitana Loreto dejó de venir al pueblo vendiendo retales de tela.
Aquellas máquinas de coser de pedal (que en el pueblo se podían contar con los dedos de una mano) que compraron nuestras abuelas fueron perdiendo su utilidad y las hijas o nietas de aquellas abuelas las tienen en su casa como mesa de entrada debajo de un espejo y fue tirado a la basura toda la maquinaria que se utilizaba para coser. Conforme fue Rosa recuperando la visión, jamás hizo el más mínimo comentario de aquellos vestidos, de aquel don que solo a ella le había concedido el patrón del pueblo ni quien le  escogió a ella para aquel " mal de ojo" de perder la visión por un tiempo.