domingo, 22 de septiembre de 2013

Vendedores en furgonetas.


Siento cargos de conciencia cada que escucho desde mi casa los que van pregonando : ¡Vamos niña a los melones!. ¡A los tomates!. ¡A las sandías!.
La de repercusiones sobre mi conciencia lo achaco al recuerdo de cuando mucho, mucho más de medio pueblo de Benínar, con su mulo o con su burro, con los capachillos llenos de dichos frutos, por las calles de Berja, Turón, Murtas o Dalías, Adra, iban pregonando: ¡A la rica breva!.
-         ¿A cómo los llevas?.
-         A dos pesetas la docena.
-         Eso es muy caro.
-         Ven. Acércate. Te las doy a probar. Te doy unas cuantas de regalo. Que me quedan pocas. Que llega la tarde y me levanté con el cielo lleno de estrellas para traerte gloria bendita a tu pueblo.
Es el mismo recurso o la compasión (depende como se mire) que emplean los vendedores que en estos momentos  por mi calle pregonan.
Recuerdo un día que mi cuñado, estaba en casa, estaba de visita  y al escuchar las voces de vendedor, me dice: Ni se te ocurra comprar nada a este tipo de vendedores ya que todo lo que llevan en la furgoneta, es robado. En todo el sector en que está mi finca, no sabemos cómo atajar  a este tipo de gente y además, en el cuartel de la guardia civil me han dicho, que ni se me ocurra ir a poner una denuncia (a comienzo de este siglo) que no supere las treinta mil pesetas. Nada,  180 euros. Aproximadamente 1000 kilos de naranjas que así las vendieron la temporada pasada. El importe de los jornales por recogerlas".
Cuanto más mayor es uno, más se sabe, y más cuesta tomar una decisión. Con lo bien que se queda el cuerpo cuando crees que en vez de comprar al supermercado de costumbre lo que se pregona lo compras al pregonero y de esa forma se está colaborando con alguien que  se  esfuerza por llevar un sueldo a su casa.
Todos los días en los medios de comunicación salen los que se apropian de lo ajeno que asaltan supermercados entre otros establecimientos y como lo sustraído yo llegue al importe de cuatrocientos euros no sirve para nada ir a comisaría y poner una denuncia. A pesar de sospechar que el que pregona en mi calle casi seguro que la mercancía no la ha plantado y regado en su huerto, se deberían de cambiar las leyes para que cada ayuntamiento pusiera a disposición áreas de regadío donde este tipo de personas pudiesen sembrar esos productos que pregonan. Mientras esto no ocurra, seguiré comprando al pregonero que pasa por mi calle porque volviendo al tema de las naranjas, el precio que tienen en mi supermercado en plena temporada es de sesenta céntimos, cuando yo sé, que mis sobrinos (los que están todo el año pendientes de los naranjos) dicha fruta desde hace bastante años siempre la han vendido por debajo de los veinte céntimos. En este aspecto, socialmente, este campo de producir, comprar, robar  y vender no funciona como debería.

Quiero que siga en mi recuerdo que los vendedores ambulantes que pregonan en mi calle son los mismos que pasaban o llegaban a Benínar pregonando pescado, cebollas para las matanzas, o marranillos pequeños tal y como describe Eugenia Doucet en su libro como eran aquellas ventas donde el regateo o el trueque llegaba a su máxima expresión.   

sábado, 14 de septiembre de 2013

Las rivalidades existentes entre las provincias en Andalucía.


 La última vez que estuve en nuestra tierra Almería (que tan solo hace unos días no puedo pasar mucho tiempo sin respirarla aunque huela a invernadero, menos, que como olían al principio los puñeteros ) como siempre llego a casa de mi hermano y nada más llegar, nos incorporamos a su grupo de amigos y hay un paisano que nada más verme, desde lejos grita: ¡miarma!.  Mira que le dije que yo vivo en la provincia de Cádiz y en la capital la palabra que más se utiliza es: ¡picha!. Los miarmas son los de Sevilla y los que vivimos en  Algeciras se nos identifica como los especiales. Pero nada, no quiere corregirse y me tiene  asociado con el otro extremo de Andalucía que según el menda, casi toda Sevilla vive de lo que sacan de los invernaderos de Almería. No hay forma de convencerlo que una cosa son los políticos y otra es la riqueza agrícola tanto de acetite, semillas destacando sobre todo el que produce Sevilla.  No quiero ni pensar lo que saldrá de la boca del amigo de mi hermano, cuando ha escuchado que: Todas las provincias están representadas en consejerías en el Gobierno de Andalucía menos los que somos de Almería.
Seguro que cuando reflexione la nueva presidenta, seguro que dice: ¡Anda, pues verdad!, no caí en la cuenta. La cuestión es que tal marginación, ya no tiene arreglo.
Yo que estuve un año interno en el diocesano y después en la escuela de formación,  he mamado (como se suele decir en Cádiz para ser un buen gadita)  de todos los acontecimientos  de mi capital y cuando salí de Almería al terminar la carrera, al casarme, por no encontrar trabajo como tantos de los de mi generación. Cada vez que llego a mi tierra, tengo que darle la razón al amigo de mi hermano, que cada vez mis paisanos quieren tener unos carnavales como los que tienen Cádiz, una feria como la que tiene Jerez y una Semana Santa como, .   En mi adolescencia y juventud, Almería tenía una feria, unos carnavales y , tantas cosas que merecían en aquellos tiemposun suspenso o un necesita mejorar. Todo lo que ha ido mejorando en dichos acontecimientos populares fue copiando del resto de las provincias de Andalucía. Dicho copieteo, todos los años, me indignaba, me cabreaba, pero con el tiempo lo fui asimilando y comprendiendo por la labor ejercida por la RTVA, la parte educativa. La fue realizando bien (bajo las directrices de los políticos sevillanos) y cada vez Almería se parece más a la Andalucía global, ¿ sin perder su identidad por supuesto como la tierra de las tres cosechas?.
Cuando en el mes que viene vuelva de nuevo a mi tierra, seguro que nada más pasar El Lance de la Virgen,  escucharé una voz en forma de trueno que seguro grita: 
"¡miarma!. Para que luego me digas que no tengo razón. ¿Almería no tiene nadie capacitado para ser consejero?. Yo acacharé la cabeza y miraré al suelo, porque no soy una persona  que entre a la ligera a la discusión y me parece que de Cádiz tenemos dos consejeros (que es lo que afecta a mis hijos yo ya estoy jubilado). Además pensándolo bien, el tener un consejero no va a mejorar la producción, comercialización, ni el precio de los tomates de invernadero.

Que le quite el sueño. Que le remuerda la conciencia,  a la presidenta.  El remordimiento le haga titubear en los discursos, por no nombrar un consejero de Almería, y el amigo de mi hermano que me diga miarma , pichao especial. Me da igual. Como se respondía en Benínar: Si lo dicen que lo digan, no fuendolo.  No estoy dispuesto a discutir con el menda (el amigo de mi hermano) de las rivalidades existentes entre provincias andaluzas hasta que no vuelvan otra vez las elecciones de Andalucía ni por supuesto argumentar sobre los carnavales de ninguna parte.   

jueves, 5 de septiembre de 2013

Las marcas que deja el regazo.


No dejo de mencionar una y otra vez lo que representan las matriarcas en el tema de Benínar. Me marcho al otro extremo del mundo (para los benineros representó siempre Cataluña) para volver de nuevo al Cerro de las Viñas. Pascualilla, (no sé conocía como Pascuala tal vez por marcharse joven o porque en el pueblo muchas personas morían ya de mayores con nombres de joven por mantener siempre el secreto de la juventud)  que nacería a últimos del siglo XIX y que por supuesto ya ha fallecido, que como tantos paisanos tuvieron que emigrar y ahora sus descendientes están pendientes de todo lo referente a Benínar. Es que su abuela no tiene otro lugar de ubicación que no sea aquel pueblo alpujarreño. Esta paisana a pesar de las penurias pasadas, de vivir la guerra civil, la posguerra, el año de la hambre, de sacar adelante a cuatro hijas sola, supo sembrar en sus nietas (mientras las cuidaba cuando sus madres estaban trabajando en alguna fábrica de Cataluña) lo positivo de aquella tierra que le escatimaba todos los días el pan y la sal. Nuestra paisana seguro que le contaba a sus nietas la historia de nuestro pueblo en forma de cuentos y los cuentos de nuestra niñez para todos son muy difíciles de olvidar. Repito, los descendientes de Pascualilla, (ya todos nacidos en Cataluña) entran en facebook, youTube, los blogs que hacen referencias a Benínar, seguro con un respeto impresionante puesto que allí en ese pueblo alpujarreño están sus raíces y sobre todo estaban los recuerdos y vivencias de uno de los seres más queridos y entrañables que tiene una persona que son sus abuelo.
Cuando he terminado de ver las fotos que el hijo de Antonio Blanco ha colgado en la red y ver tanta gente joven, tantos niños a la mente me ha llegado: Benínar que perdurará en el tiempo muchos años, ya que dichos niños van acompañados de sus abuelas que tal y como está la vida esos niños (mientras sus padres trabajan) se han dormido muchas veces en el regazo de sus abuelas, que para que el niño se durmiese seguro le contaba las mismas historias que Pascualilla le contaba a sus nietas.
Con la de penurias que pasaron y llevan en el cuerpo las matriarcas benineras, es estremecedor como  son capaces de cribar, espulgar, todos aquellos sueños que fueron soltando cuando eran adolescentes por la calle real y por la plaza. Los bailes  cuando llegaba una vez al año la Banda de Música de Ugijar. Los remolinos que por Navidad se hacían en la plaza y tantas y tantas historias que tienen un lugar de ubicación, que es Benínar, la bien guarnida, la que dormía en los brazos de la aurora, entre priscos olivares y fortalezas de roca.
¡Ay!. ¡Ay! . ¡Ay!  y muchas veces ay, son los suspiros que se les escapa a las matriarcas benineras que cada vez que los escuchan  sus hijos, sus nietos, seguro dicen: Ya está la abuela otra vez en la plaza, en la Ramblilla, a por agua a la Cañarroda,  o en el puente resistiéndose al achuchón o al beso robado del abuelo o tan vez, recogiendo romero del suelo de aquella alfombra que formaban los jóvenes  por todas las calles por donde pasaba la procesión  del Corpus, para meterlo en un pucherillo para que aquella mata, el romero bendecido (el que pasa por el romero y no coge de él, ni tiene amores ni espera tener)  protegiese aquella casa durante ese año.     

Si a todos los benineros les pasa como me pasa a mí, mientras se viva, todos los días del año, por cualquier motivo insignificante me llega a la cabeza aquella cara entrañable de mi abuela Antoñica la de Ramón y por supuesto a Doloricas la de Tienda. Dichos recuerdos que forman parte de mi no puedo ubicarlos en otro  sitio que no sea Benínar.