viernes, 29 de abril de 2011

ENTRE TANTOS MERCADERES.


Se me han caído los palos del sombrajo cuando ha coincidido el día en que a uno de mis hijos lo han despedido del trabajo y poco tiempo después escucho en los medios de comunicación que se está rozando los cinco millones de parados.

Podría optar por la postura de estar desde que me levanto hasta que me acueste acordándome de (…), al ver al recién parado dando bufidos, con el tic nervioso en uno de sus pies, levantándose y sentándose, saliendo y entrando, (…).

Quizás sean los años, o puede que sea el pensar en las reacciones de mis paisanos l@s beniner@s, que en circunstancias parecidas, haciendo de tripas corazón, reaccionaban en positivo ante la adversidad.

Me ha llegado a la cabeza una canción de Mocedades que dice:

“¿Quien quiere vender conmigo / la paz de un niño durmiendo, / la tarde sobre mi madre , …?”

Cuando mi hijo me está escuchando ha pegado un bufío, se ha levantado y le ha parecido mi canto al comienzo de un sermón, mientras que me han llegado imágenes a mi mente, de un niño durmiendo, pero no uno cualquiera, el que ahora refunfuña y he seguido cantado:

“Vendo en una cesta el agua / y la nieve en una hoguera, / la mirada de mi madre / cuando mueve la cabeza, …”

Como soy de los que, si nada más levantarse escuchan una canción, ya la están tatareando todo el día, en éste caso vendita manía repetitiva, que dicha letra, me ha llenado de imágenes, que me han levantado el ánimo y me he puesto a repasar todo aquello que tenía aplazado y a mi hijo, me ha dado la impresión que le ha cambiado el semblante y también estoy seguro, que a la letra de la canción que tarareaba su padre también le ha puesto sus imágenes. Le han llegado recursos nuevos. Se ha marchado al sótano y me da la impresión (por el ruido que me llega desde abajo) que está tejiendo una cesta.

miércoles, 20 de abril de 2011

LOS GUERREROS DE ALIATAR LLEGABAN A BENÍNAR


No creo que las cosas pasan de una forma circunstancial ni que los seminaristas claretianos llegasen a Benínar (con la de pueblos que tiene La Alpujarra) justo en el tiempo en que dicho pueblo alpujarreño se encontraba planteándose cuál sería su futuro. La preocupación de aquellos habitantes no era precisamente definirse, entre una religión u otra como le ocurriese a Aliatar, el guerrero de Loja que construyó lo que en la actualidad es el seminario claretiano.

Los seminaristas llegaban en todas las Semanas Santas a aquel pueblo alpujarreño entre los años sesenta y setenta con la intención de aclarar a los beninerill@s cual debería ser su vida espiritual. No sé si se sentían o no como católicos aquellos jóvenes, pero al menos tenían claro que procedían de una sociedad católica, apostólica y romana, (no conocían otra), sabían con claridad que terminada la Cuaresma llegaba el tiempo específico de ponerse en paz con su Dios, pero, el gran interrogante que tenían que aclarar aquellos guerreros a aquella población joven, era si planificaban su futuro ligado a la Alpujarra o tomaban la decisión de marcharse (por supuesto fuera de su entorno), sin rumbo conocido, allí donde el destino, l@s beniner@s, “creían”, tenían un hueco para ellos.

Los que vivían, los que se estaban formando en la casa de Aliatar en Loja, de todas las asignaturas que tenían que aprobar para su formación nunca tuvieron aquel profesor que les formase en: Cómo deberían enfocar el futuro la juventud.

No creo que los seminaristas claretianos o los guerreros de Aliatar en la actualidad se les ha incorporado dicha asignatura aunque sea la que más necesitan ser formados los jóvenes africanos y sudamericanos. ¿Acaso la juventud de Guinea, los del Sudán, los de (…), el problema prioritario, el que ocupa más tiempo su cerebro, no es ser o no ser emigrantes?. ¿No se puede estar celebrando la Semana Santa mientras se está pensando en coger el petate y ponerse a andar?.

jueves, 14 de abril de 2011

EL LENGUAJE DE LA TIERRA.

El Ayuntamiento de Los Barrios, pensó en su día que el huerto forma parte de la cultura de casi todos los pueblos, de todas las culturas del Mediterraneo y habilitó una zona a las afueras del pueblo donde todos los jubilados que quieren tienen un espacio para sembrar en el huerto asignado. Todo un acierto volver a la utilidad los espacios de las Calzadas Reales.
Puede que naciese la idea cuando los políticos de dicho ayuntamiento andaban casi desesperados buscando espacios para los polígonos industriales, cuando los mayores sentados en los bancos de la plaza del pueblo, se pusieron de acuerdo que ellos forman parte de la población, que ellos necesitan también un espacio.
No queremos parques para sentarnos, queremos huertos para ejercitarnos. Me recuerda mi amigo Manuel que dicha frase era su eslogan lo que gritaban en la puerta del ayuntamiento. Barreños que empezaron ejercieron su profesión en las labores del campo y con la industrialización se reconvirtiron en albañiles; les llegó la jubilación y quieren retomar el pacto con la tierra. No aceptan los sabores de las hortalizas modernas pero sobre todo quieren volver a renacer con los brotes de las habas, a fertilizar con estiércol la tierra.
Mi amigo hortelano coge la tierra una y otra vez entre sus manos y la desmenuza, para ver su textura. Se siente satisfecho cuando ve que sus pies se hunden en la tierra suelta. Con la azada arremete en todos aquellos espacios hasta conseguir la receptividad de experto en germinaciones de semillas. Como el pintor que da una pincelada y se retira para ver lo trazado desde otra perspectiva, de la misma forma está viendo Manuel la erilla dentro del huerto preparada para las papas.
Siempre que paso por dicho lugar me arrancan una sonrisa el ver a las personas mayores, que entre parrafada y parrafada con el vecino, cada día (son los dueños del tiempo) la zona labrada avanza un poquito más, con el mismo ritmo que avanza los minutos de sol que va alumbrando la tierra. Sin prisa, pero dentro del tiempo. Ellos saben mejor que nadie los márgenes de la siembra, que les marca la lluvia los calores y el estado de la luna.
Recuerdo a los abuelos benineros pendientes de la acequia, de ir arrancando la hiervas nada más nacer antes que ahogasen las matas de berenjena. Al caer el sol con su azada al hombro, regresaban por el Cajorrillo con la satisfacción de haber cumplido otro día más en lo pactado con la tierra. La mujer de Manuel duda de ser en el amor ella la primera.
Mi amigo, como él y su mujer no son capaces de consumir toda la producción, a la entrada de la casa siempre tiene una espuerta llena de productos del huerto, que se pueden llevar el hijo que le visita, el vecino, el amigo. Todo lo mejor del huerto a cambio de una palmada en el hombro, un elogio al mejor de los manjares al mejor hortelano que con sus conocimientos, sacaron a medias, el hombre y la tierra.
Manuel disfruta de su huerto, aún cuando dice:
- “Vengo eslomao de la pechá de cavar preparando la tierra, pero mientras estas manos puedan, … ”.
No es mérito solo mío, lo más importante es saber interpretar el lenguaje de la tierra.

martes, 12 de abril de 2011

EN MOMENTOS ASÍ.

En Coin, en el pueblo de mi mujer la muerte iguala a todos los coinos. Al ser una sociedad donde existen viejos, niños y toda la gama de población comprendida entre ambos extremos cada vez que suenan las campanas de la Iglesia de San Juan con el toque específico de un fallecimiento, todos están avisados que en esa tarde, en esas veinticuatro horas han de dedicar un tiempo para asistir a la misa de cuerpo presente del paisan@ fallecido. La iglesia se llena de gente con independencia que el finado sea o pertenezca a una familia determinada u ocupaba tal o cual puesto distinguido.

Aunque existe el tanatorio correspondiente como en cada pueblo, aún el progreso no ha logrado erradicar la costumbre de respetar a aquellos que han manifestado que quieren morir en su cama, en su casa. Es decir, que estar rodeados de los suyos en tal trance continúa vigente. La muerte en el Valle del Azahar, se vive desde chiquitit@. La muerte se acepta como algo natural, cuando se escucha tantas veces en la casa: “Tengo que ir al duelo; tengo que ir a cumplir; se ha muerto fulanico con el que te has cruzado tantas veces por la calle”.

Siempre aparece la vecina o el familiar que acude con la taza de puchero calentito, mientras dura el duelo y de todas aquellas personas allegadas la que son capaces de arreglar, rellenar cada papel que en estas circunstancias son necesarios tramitar.

En la homilía, siempre el cura se ha informado para que surjan detalles personales de la persona que termina de abandonarnos.

Después llega, parece “un suplicio” en un principio que se presenta toda una quincena de tener la casa llena de gente para dar el pésame.

Todo este ritual, en ocasiones se analiza y sobre todo la gente joven da a entender que: “estas costumbres ancestrales ellos no están dispuestos a que continúen”; pero siempre he pensado que siempre lo dicen con la boquilla chica, puesto que pasado el tiempo siempre se suele repasar la lista de todos aquellos familiares, vecinos, amigos y allegados y aparecen los que faltaron en un momento tal vital para una familia.

Como soy beninero y todo tiene que ser analizado por el prisma alpujarreño, una de las muertes que en su día me marcó fue cuando se me comunicó que la prima de mi madre, Eugenia la hija del tío Facundo se había muerto en Granada. No puedo olvidar el detalle, que cuando fue necesario transportar la caja, no había suficientes personas y fue necesario recurrir, a un Cirineo, a una persona que pasaba por la calle para que ayudase.

Cada vez que escucho la muerte de algún beniner@ totalmente fuera de su entorno natural, no lo puedo evitar, me llega a la memoria la muerte de todos los paisanos que tienen algún familiar de cuerpo presente, que suele ser un espacio mucho más amplio que un campo de futbol y tan solo están sus hijos. No están allí, (quizás porque nadie ha levantado el teléfono para avisar) los allegados, no llegan los paisanos, las personas que siempre estuvieron presentes en los acontecimientos cotidianos de Benínar, pasa el tiempo y no aparecen. Llega el momento del entierro y no aparecen.

Recordar a la última paisana que aparece en el foro que ha fallecido, cuando yo a esa persona la recuerdo llena de energía, su cordialidad, su comportamiento en el pueblo no dejaba a nadie indiferente, con una personalidad bastante definida, era una de las pocas paisanas (cinco benineras tan solo en toda la Historia de Benínar) que aparece en una letra de carnaval que dice:

Y Anica la P., / que estaba cogiendo habas, / se ha encontrado un papelillo/ que era la Feria de Cádiar.