Se me han caído los palos del sombrajo cuando ha coincidido el día en que a uno de mis hijos lo han despedido del trabajo y poco tiempo después escucho en los medios de comunicación que se está rozando los cinco millones de parados.
Podría optar por la postura de estar desde que me levanto hasta que me acueste acordándome de (…), al ver al recién parado dando bufidos, con el tic nervioso en uno de sus pies, levantándose y sentándose, saliendo y entrando, (…).
Quizás sean los años, o puede que sea el pensar en las reacciones de mis paisanos l@s beniner@s, que en circunstancias parecidas, haciendo de tripas corazón, reaccionaban en positivo ante la adversidad.
Me ha llegado a la cabeza una canción de Mocedades que dice:
“¿Quien quiere vender conmigo / la paz de un niño durmiendo, / la tarde sobre mi madre , …?”
Cuando mi hijo me está escuchando ha pegado un bufío, se ha levantado y le ha parecido mi canto al comienzo de un sermón, mientras que me han llegado imágenes a mi mente, de un niño durmiendo, pero no uno cualquiera, el que ahora refunfuña y he seguido cantado:
“Vendo en una cesta el agua / y la nieve en una hoguera, / la mirada de mi madre / cuando mueve la cabeza, …”
Como soy de los que, si nada más levantarse escuchan una canción, ya la están tatareando todo el día, en éste caso vendita manía repetitiva, que dicha letra, me ha llenado de imágenes, que me han levantado el ánimo y me he puesto a repasar todo aquello que tenía aplazado y a mi hijo, me ha dado la impresión que le ha cambiado el semblante y también estoy seguro, que a la letra de la canción que tarareaba su padre también le ha puesto sus imágenes. Le han llegado recursos nuevos. Se ha marchado al sótano y me da la impresión (por el ruido que me llega desde abajo) que está tejiendo una cesta.