viernes, 31 de julio de 2009

¿TUTA?: ES UNA GRANDÍSIMA JAPUTA

Lo contento que tiene que estar el concejal de parque y jardines de mi pueblo cuando ha escuchado o leído que la tuta se ha cargado a todas las plantas de tomate de todos los huertos de la zona.

Para cualquier hortelano:
¿Qué es un huerto en verano sin tomates?: Pues nada.
Para cualquier mujer de hortelano revisando la cesta: ¿Y los tomates?.

Yo que me había convertido en la sombra del concejal al intentar crear una asociación en defensa de huertos para jubilados, para que en ellos ocupasen estos días tan largos en los terrenos abandonados cerca de donde viven para que cada uno cerrase una parcelita y crease su propio huerto.

Contemplar la cara de un jubilado sentado debajo de un árbol dándole ventaja a la sombra para que vaya a buscarlo, o esa misma persona sentada en el huerto viendo crecer lo que él ha sembrado.

Que me perdonen las japutas auténticas que es un delicioso manjar cuando sus lomos - blancos como la naca - son colocados en una cazuela de barro sobre un lecho de tomate, pimiento, cebolla, aceite y sal. Se meten en el horno hasta que están doraditas.

En esta zona del Estrecho de Gibraltar solo las comemos en temporada, que es cuando suelen pasar del Mediterráneo al Atlántico o viceversa. Mi compañero de trabajo dice que a dicho pez, le viene el nombre como consecuencia que al sacarlo del mar, suele dar unas descargas eléctricas y que los pescadores la suelen soltar - si no son expertos o no las conocen, - después de haber dicho a pleno pulmón: ¡Japuuuuta! .
La misma palabra salió por mi boca y con la misma intensidad cuando con tijeras en mano decidí arrancar los tomates.

A las que se les debía de colocar el nombre de japuta y dejárselo para siempre es a una polilla que ha cruzado el charco y se ha cargado mi huerto de tomates.

Desesperado consulto a mis paisanos y familiares que se dedican a la siembra del tomate en los invernaderos y me contestan:
“Qué sepamos aún no se ha encontrado el depredador para dicha polilla, así que este año sembrar tomates en los invernaderos del Poniente de Almería es jugársela por culpa de la tuta”.

Hace unos días visitando el invernadero de un familiar me explico – por encima – la de depredadores que tenía en el invernadero, de que se alimentaban, que tenían que sembrar para que se desarrollasen, etc. etc. Continuaba mi primo diciendo:
“Como en Bruselas nos analizan todo lo que mandamos y no podemos utilizar insecticidas y fungicidas, etc. etc. ahora nuestro desafío no es saber criar tomates, es saber mantener los bichos que se jincan a los otros bichos”.

Cuando estaba escuchando dichas explicaciones me estaba acordando que ya tenía perdida la batalla que había emprendido contra el ayuntamiento de mi ciudad, que no consiente, qué, unas personas mayores – vecinos jubilados aburridos que siempre fueron agricultores - siembren su pequeño huerto en terrenos que están abandonados.

¿Será el concejal de parques y jardines el que ha importado la tuta a la que al final termiremos diciéndole: Japuta?.

miércoles, 29 de julio de 2009

MUJERES CON OJOS EN EL COCOTE

El pasado fin de semana me invitaron en una boda y en el reparto de invitados por mesa me pusieron en una llena de mujeres. Todas eran compañeras de estudios de la novia y todas ejercían como profesionales en obras públicas con la categoría de ingenierías.

En el trascurso de la velada fueron surgiendo temas de todo tipo pero uno desaparecía y volvía a aparecer de forma intermitente. El tema en cuestión, el que se repetía una y otra vez era, que desde que llegaban cada día a la obra la mayoría de los trabajadores, – barones, - los ojos que estaban recibiendo las explicaciones de la mujer que ejercía como técnico estaban distraídos.

Todas las ingenieras coincidían que su trabajo era desafiante por dos motivos: Primero porque les gustaba su profesión de crear caminos, calles y carreteras donde antes solo era campo y segundo porque les gustaba mandar una cuadrilla de hombres para que avanzasen en su trabajo.
Dentro del grupo de profesionales de obras civiles estaba una ingeniera casada con un marroquí, que vive en Marruecos y que por ello, quiere ejercer su profesión en una cultura que tiene unos roles sociales diferentes al resto de donde se desenvuelven sus compañeras.

Tengo que reconocer que casi todo el tiempo escuchaba lo que estaban hablando entre ellas, pero solo estaba atento a lo que decía la musulmana.

La ingeniera musulmana tenía que imponer sus criterios cada día, sus argumentos como técnico en primer lugar en la oficina, a los directivos de la obra, y después colocarse el casco y las botas de seguridad y marcharse a pie de obra, e intentar que avanzase unos cuantos centímetros, unos cuantos metros cada día la calle, la carretera, (…).


Mujeres musulmanas que les ha tocado vivir en una sociedad donde cada día tienen que demostrar que su inteligencia es igual o superior a todos los que le rodean. Ingeniera que en todo momento tienen que estar pendientes, - como lo están los encantadores de serpientes, - que todos los que tienen a su alrededor, le miren a los ojos y se olviden que tienen delante un cuerpo femenino. Convencer a sus jefes que han contratado al mejor técnico para la eficacia de la obra comenzada.

No sé si lo que piensa mi mujer de las profesiones guarda relación con lo escrito, (...). Mi esposa que ya está en los cincuenta, dice que "hay profesiones y profesiones donde encaja una mujer". Por ejemplo su ginecóloga tiene que ser una mujer y el mecánico de su coche un hombre".
A veces es tan tajante que mi postura es de acachar la cabeza, callarme, y sacar otro tema.

Pinchando en google, me he encontrado con un intelectual, teólogo y erudito en el Islam, que nació en Turquía en el 1941, apodado HODJAEFENDÍA ( Fethullah Gülen), que en una entrevista decía:
“Entonces dije que llevar los pañuelos no era tan crucial como los puntos fundamentales de la creencia y los cinco pilares básicos del Islam, y la gente debería elegir entre el pañuelo y la escuela. Mi opinión acerca de dicha cuestión en aquel entonces es que se debía elegir estudiar”.


Marruecos. Tetuán:
¡Que tus mujeres se han puesto a estudiar y en éste caso os han salido UNA INGENIERA EN OBRAS PÚBLICAS!.

Creo que mi compañera de mesa en aquella boda en la Carolina. Jaén. España; es una mujer que será tomada como referencia de un cambio social en nuestro vecino Marruecos.

lunes, 27 de julio de 2009

REVOLEARÉ EL MOVIL AL MAR.

Estoy buscado gente que quiera unirse a revolear el móvil al mar. Si lo hiciese yo solo no tendrá resonancia a nivel internacional.

Un compañero en una de mis aficiones hace tan solo unos días sobre la barra de un bar pronunció una frase que hizo que me fijase en él de forma diferente.

Tiene cuarenta y tantos años se ha casado recientemente con una española y tienen un hijo de año y pico. El trabajo que le ocupa casi todo el tiempo es de pintor de brocha gorda.

La frase que dijo el mexicano padre un españolito - además de que en Europa había encontrado la estabilidad que busca todo ser humano - fue la siguiente:
- “He trabajado en múltiples oficios durante toda mi vida, casi desde que tenía uso de razón y hasta que no llegué a España ya con cuarenta años, no he tenido dinero para comprarme un móvil y tener un coche”.

Este mexicano antes de estar en Europa, - es de suponer – que cada vez que regresaba a la pensión después de estar todo el día trabajando:
¿Cuántas veces contaría el dinero para lograr un pasaje para llegar a España?. ¿Cuántas veces el hambre o ante necesidades imprescindibles cogería el dinero ahorrado, apretaría los puños y volvería a restar o lo que es lo mismo a volver a alejarse del día previsto de la salida de su país?. ¿Cuántas veces por aumentar “el montoncito de dinero” aceptaría las condiciones impuestas por el que le ofrecía un trabajo?. ¿Cuántas y cuantas limitaciones no solo monetarias, sentimentales y sobre todo de hambre habrá pasado mi compañero de afición?. ¿Cuántas veces para llenarse de ánimo se habrá colocado una piedra del tamaño de un móvil en la oreja - después de volver del trabajo puro y duro - para tener conversaciones imaginarias con sus amigos que dejó en su pueblo?.


En esa misma mañana había sucedido que me había cabreado con mi compañía del móvil, me fui a la competencia y me dieron un móvil nuevo por cero euros.

A la vuelta a casa de esa noche de copas me dieron ganas en muchas ocasiones de revolear el móvil, - no necesitaba un móvil de última generación, si el que tengo lo utilizo tan solo para conversar - por la ventanilla del coche pensando que cuantos estarán como mi compañero de afición soñando fuera de Europa con un móvil y trincar - por cero euros - un coche en la puerta del taller antes de ser desguazado.

En Algeciras en una ocasión justo a comienzo de siglo, cada vez que morían unos cuantos al intentar llegar a Europa en pateras en aguas del Estrecho de Gibraltar se juntaban unos cuantos y arrojaban flores al mar donde acudía la prensa y la TV "para reflejar el testimonio de unos cuantos que no se resignaban a la muerte absurda por cambiar de frontera".

Un día de estos de forma testimonial lanzaré mi móvil al mar, pero no quiero ir solo, necesito que alguien quiera tirar el suyo como testimonio, como protesta, que las multinacionales de los móviles y de los coches se están pasando en el diseño del mundo.

No es admisible que la gente quiera cambiar de país para conseguir un móvil con cobertura y tener un coche, y, que en ello invierta parte de su juventud.

viernes, 24 de julio de 2009

LAS MALVINAS Y GIBRALTAR

No sé cómo reaccionaría la prensa y los ciudadanos argentinos si su ministro de asuntos exteriores visitase las Malvinas para dialogar con los isleños.

Existen una serie de protocolos a nivel internacional que se deben mantener y se deben cumplir.

¿No existen secretarios o “el sub sub del vice vice” en el ministerio de asuntos exteriores que realicen las mismas negociaciones en nombre de su ministro?.

¿A nivel internacional tanto Gibraltar como las Malvinas a todos los efectos no siguen siendo colonias de su majestad la Gran Bretaña?.

Termino de realizar comentarios de alta diplomacia puesto que los ciudadanos de a pie, “teóricamente esos planteamientos políticos no se encuentran a nuestro alcance”; pero los que somos un poquito mayores la actuaciones de nuestros políticos nos dejan anonadados.

Lo que tengo conocimiento y se tanto como el Ministerio de Asuntos Exteriores, es del comportamiento de los llanitos, puesto que, cada vez que salgo de mi casa me encuentro con la roca y veo diariamente el trapicheo que tienen.

Que Moratinos viste al vecino que no cumple con ninguna de las normas impuestas por la UE – que hacen un referéndum y el 90%, se pronunciaron por “no ser españoles” - y que a los vecinos que los estamos aguantando y soportando diariamente dicho ministro los visite e ignore nuestro punto de vista de lo que pensamos de ellos, los gibraltareños, no deja de engordar el cabreo que los vecinos del Campo de Gibraltar tenemos de los llanitos.

Cualquier vecino le tose “al vecino del quinto”, cuando nos cruzamos con ellos diariamente, cuando nada más y nada menos, el ministro les ha visitado y: ¿Habrán hablado del trapicheo?. ¿Qué tienen que pagar como toquisque?. ¿Que dejarán de comportarse como hasta ahora lo han estado haciendo?.

Pensándolo bien, las comparaciones son odiosas y los argentinos no viven puerta con puerta como vivimos nosotros.

martes, 21 de julio de 2009

CACAHUETES PARA LOS MONOS

Hoy Moratinos visita Gibraltar y por supuesto el ministro de LA GRAN BRETAÑA, - su homólogo, - no le está esperando en el aereopuerto.

Imaginen que el vecino del quinto o el de la parcela justo al lado vive como le sale de los pirreles y que para que cambie su actitud, es visitado por el ministro de asuntos exteriores – no encuentro equivalente en cargo representativo que sea asequible al vecino del quinto, - para que cambie sus hábitos de comportamiento folloneros y sobre todo que pague los servicios de la comunidad.

Tres pares de recovas dirán que tiene los que viven en los edificios colindantes al ver aparecer el ministro para convencer al vecino que no cumple con ninguna norma establecida por la UE.

Tiene un censo de trece mil habitantes. Pues están censadas en dicha roca más de treinta mil empresas.

Todos los barcos que están esperando cargar combustible que pasan por el Mediterráneo y el Atlántico, los tenemos aparcados delante de nuestras narices, puesto que, los llanitos tienen el gasoil más barato en todos los puertos del mundo mundial.

Visto que las basuras las lanzaban al mar al no tener espacio físico para tener un basurero, nuestros alcaldes - los que forman la mancomunidad de municipios- se pusieron de acuerdo a que sus desperdicios los llevasen al basurero mancomunado, por no tener que recoger su basura en todas las playas vecinas.

Como dicho vecino pertenece a la COMUNGUEL, las normas de circulación se las pasan por el forro del bombín. Los demás vecinos tienen una cantidad de puntos que se los juegan, …, cada vez que salen a la carretera.

Podría seguir relatando lo que aguantamos los vecinos a los llanitos – no entiendo el apodo de llanitos cuando viven en una roca llena de kilómetros de túneles – por hacer lo que le sale de los pendejos; encima le visita nuestro ministro de asuntos exteriores y seguro que después de comer le llevan en visita turística que vea los macacos – los monos de Gibraltar – como se arráscan la barriga mientras con la mirada amenazante como lo suelen hacer los monos le piden cacahuetes a Moratinos.

martes, 14 de julio de 2009

JURELES CONGELADOS.

Toda una vida profesional como profesor y no encuentro las palabras adecuadas para que Abdulá Loulanti deje de traerme bolsas de jureles, como recompensa al darle cobijo unos cuantos días al ver su estado de desnutrición y abandono en el que se encontraba.

Temo al levantarme encontrarme con calma chicha en el Estrecho de Gibraltar puesto que en ese mismo día sonará el timbre de casa y aparecerá otra bolsa de jureles.

Hasta arriba están los dos congeladores de casa.

Con otra bolsa más dudo del cierre de la puerta del frigorífico.

El marroquí está en la creencia que su agradecimiento por la acogida queda demostrado realizando tales donaciones de pescado.

No sé cuál es la fase en la que se encuentra Abdulá. Si cuando llegó a Europa en los bajos de un camión para alimentarse empezó a comerse las palomas de la Plaza Alta de Algeciras y en estos momentos ha encontrado la forma de obtener bolsas de pescado o cuando se canse de comer jureles, pasará a la siguiente fase de cazar palomas.

Tendré que definirme lo antes posible en no buscarle más chapuzas entre los conocidos – pintando o arreglando jardines, etc. - puesto qué, para dicha persona, más grande son los agradecimientos hacia mi persona, que se traducen en traerme bolsas de jureles.

Los jureles están riquísimos tanto fritos como asados y sobre todo en caldito de pescado poniéndolo todo en crudo, -tomate, cebolla, pimiento, zanahoria, el aceite y la sal – y añadiendo unas almejas, gambitas y fideos. Mi familia ya está de jureles hasta el último pelo de la cabeza y yo no encuentro las palabras adecuadas para que Abdulá deje de traer bolsas y bolsas del mismo pescado.

Creo que "la publicidad de unos grandes almacenes de alimentar a una persona por un euro al día, se ha basado en la alimentación de Abdulá".

Tanto la cultura musulmana como la cristiana coinciden en que los alimentos no deben desperdiciarse; haber como traduzco al árabe de las montañas de Marruecos el dicho que se decía en mi tierra, las Alpujarras:
“No quiero cuentas con serranos que to lo pagan con papas”.

domingo, 12 de julio de 2009

Garbansos
Unos compañeros de universidad, nos visitaron hace unos días y nos fuimos a almorzar a San Lucas con solo la intención de estar contemplando donde termina el Guadalquivir o donde comienza el Atlántico, o al revés. Es un lugar que para el que escribe tiene un valor incalculable, puesto que allí es donde se cree comenzaba La Atlántida, por donde entraron los fenicios y sobre todo los romanos para la construcción de Itálica y dejarnos tanto.

De eso estaba yo hablando cuando llegó unos momentos de silencio y le pregunto a Araceli:
- ¿Dónde trabajas en Barcelona?.
- En un hospital de veinte plantas, en la planta diecinueve, donde casi todos las mañanas llego antes que nadie para ver salir el sol. Ando unos pasos y puedo contemplar, el masiso de, …
- ¿Quieres decir el macizo?.
- ¡Ya estamos!. Hablas lo mismo que mi hija.
No viene a cuento, pero tenía ganas de decírtelo. Te contesto a lo que me preguntaste antes.
Estoy hasta las narices que tú me preguntes, como lo han estado haciendo todos los días todos mis paisanos – se refiere a los de Moriles – sobre si mis hijos “se sienten catalanes o se sienten andaluces”. Eso es lo mismo que cuando a los niños se les preguntan: “¿A quién quieres más a papa o a mama?”.
- A papá o a mamá.
- ¡Mira!, ¡Mira!. No me vuelvas a tocar las narices.

Desde siempre Araceli se ha pronunciado, por “la vendita hora de marcharse a Barcelona”. En su pueblo, tanto sus padres como sus vecinas, la tenían totalmente encorsetada y encontró su libertad, casándose y viviendo en una ciudad en la que “las costumbres y los controles entre vecinos, a ciertas personas le impedían salir a volar, cada vez que se le antojese”.

Esta mujer, vibra, se emociona y se le saltan las lágrimas, cuando les cuentan sus familiares mayores, todo sobre la Guerra Civil, las fiestas de la vendimia o las costumbres del pueblo de Moriles. A la vez, espera que el día de San Jorge, le regalen una rosa y un libro.

Se enfada con aquellos andaluces que manifiestan: “Sentirse incómodos con los catalanes y con sus costumbres”. Ella es la primera que cuando escucha cualquier queja en este sentido, se levanta, y le dice a los “andaluces incómodos”, “que se marchen al lugar donde ellos creen que estarían más cómodos”.

Araceli, desde hace bastante tiempo ha superado todos los niveles de hablar y escribir el catalán, puesto que para su trabajo tiene que presentar dichos conocimientos. Habla catalán – dice ella, ratificado por el marido – perfectamente y se encuentra cómoda viviendo como vive en Hospitalet.

Una vez relajada, reconoce que tanto a ella como al marido le es imposible desprenderse del deje de su lugar de nacimiento y con la edad que tiene, no realizará el más mínimo esfuerzo, por diferenciar, las s, de la c, o las c, de la z.

Dice que un día, entra su hija a casa, con un cabreo impresionante, se dirige a los tarros de cristal donde estaba escrito: garbansos, asucar, etc.
La madre le pregunta a su hija:
- ¿Se pude saber que hases?.
- ¡Que no son garbansos, que son garbanzos!. ¡Que no es asúcas, que es azúcar!.
¡Que me han dejado en ridículo en clase, cuando yo he defendido que en los tarros de cristal de mi casa, ponía garbansos y asucas!.
- ¡Mamá, gar-ban-zos!. ¡A-zú-car!.
Además, no se dice ma-ma, se dice ma-má y pa-pá.

Aquel tiempo en que los dos hijos siempre estaban en la defensiva intentando que tanto su madre como su padre, utilizasen las s, las c y las z correctamente, ha pasado y sus dos hijos – como los hijos de nuestro tiempo – aún continúan en casa y las relaciones entre padres e hijos, el que escribe certifica que son espléndidas.

Araceli, después de exponer otra vez – digo otra vez, puesto que hace más de treinta años que los que vivimos en tiempos de estudios en un mismo piso cuando estábamos en la universidad nos reunimos todos los años al menos un día – sobre “el sentirse o no sentirse catalana o andaluza”, Araceli dice que se siente catalana y que se siente andaluza.
Continúa diciendo:
- Rechazo de plano a todas aquellas personas que pretenden restar en vez de sumar. Tengo derecho a tomar la cantidad de cultura que quiera de Andalucía como de Cataluña. Creo que el espacio que tengo para la cultura catalana no le resta para nada espacio a la cultura que tengo de donde nací.

Araceli mira al marido para que él también se pronuncie al respecto a lo que el marido asiente con la cabeza.
El marido toma la palabra y dice:
- Estoy comprometido con todos los movimientos de mi barrio. Intento en mi tiempo libre lograr para mi barrio y mi comunidad, todo lo que legalmente se pueda conseguir. Cuando veo una carencia, soy el primero en acudir a donde sea y como sea y jamás le pregunto donde ha nacido, si es blanco o si, … y sobre todo contesto en el mismo idioma con el que se me pregunte, siempre y cuando lo sepa, claro está.
Lo que si estamos seguros tanto mi mujer como yo, es que nuestros hijos, por la leche que han mamao, nunca serán separatistas.

No se lo dije en aquellos momentos, pero después de rumiar lo hablado, en cierta medida, me he sentido incómodo, al querer, que mis amigos, que han nacido en Andalucía y viven en Cataluña, se pronuncien “si se siguen sintiendo andaluces o no”.

Creo que los benineros que están viviendo en Cataluña, estoy totalmente seguro que me darían la misma contestación que me han dado mis amigos de universidad.

Qué cicateros, que orgullo desperdiciado utilizamos sin sentido, los benineros, que decidimos quedarnos en Almería, en Andalucía, cuando casi siempre terminamos preguntando lo mismo, cansinamente lo mismo: “A quién quieres más, a papa o a mama”. O lo que es lo mismo: “A quien quieres más, a Andalucía o a Cataluña”.

jueves, 9 de julio de 2009

UNOS CUANTOS REALES

UNOS CUANTOS REALES.

Un ingeniero catalán de treinta años sentado en uno de los malecones de una carretera alpujarreña justo en El Collado, miraba donde antes estaba el pueblo de Benínar. Tenía entre sus manos un pequeño cofre lleno de cenizas. Contempla el valle, la planicie de las aguas mansas del pantano y en nada se parecía a la imagen que le describió su abuelo.

Aquel nieto pidió una semana de vacaciones para dedicarla a que las cenizas de su abuelo recorriesen todos aquellos lugares descritos en sus cuentos, los que aun permanecían frescos en la memoria del ingeniero.

El joven en el momento de planificar el viaje no encontró ni direcciones ni teléfonos de los paisanos de su abuelo. Se les olvidó a su familia seguir manteniendo relaciones con la gente de su pueblo natal y cuando llegan estos momentos en la vida de todas las personas, es cuando se mide lo grande que es la soledad; mira a su alrededor, tenía que iniciar el entierro y se encontraba solo.

El anciano le había pedido que aquel viaje lo hiciese cuando el trigo de las cementeras estaba granando y entre el trigo florecían las amapolas.

Desde que entró en el hospital - donde el anciano decía que no saldría con vida, - cada vez que acudía su nieto a visitarlo al final solía decirle:
- Mi vida; que no se te olvide el encargo.

Su abuelo pedía que cuando muriese lo incinerasen y sus cenizas quedasen depositadas en el cementerio de Benínar.

Sentado en el malecón aquel joven cierra los ojos y pretende escuchar las palabras de su cuentacuentos preferido:
- Nene - le decía el abuelo al nieto, - en mi entierro me dejas debajo del puente un ratito y después dejas mis cenizas en el cementerio para que descanse al lado de mis paisanos.

Aquel emigrante se había marchado del pueblo a comienzos de los cincuenta y la imagen que guardaba de su pueblo se la había trasmitido a aquel nieto cuando tenía edad que le contasen cuentos al estar sentado en las rodillas.
En todos los cuentos su abuelo solía empezar diciendo:
- En Benínar donde yo nací había una vega llena de árboles frutales que eran regados por las aguas del río. Los nidos de los jilgueros y verderones, los solíamos encontrar en los naranjos llenos de azahar y los nidos de las perdices en el secado debajo de una bolina, …

Una de las persona clave para aquel joven recuerda que siempre se le transformaba el rostro cuando dentro de su narrativa aparecía antes o después la palabra Reducto. Aquel espacio sería donde trascurrieron todos los juegos de la niñez de la persona que siempre le llevo y le esperó en la puerta del colegio cuando el ingeniero tenía edad de ir a la escuela.

El nieto catalán sentado en el malecón ni ve la plaza, ni El Reducto ni el puente, la iglesia, ( … ) de sus cuentos. A sus oídos no llega el sonido fresco y trasparente de las aguas cristalinas donde su abuelo había bebido tantas veces, ni escucha el chapoteo de los niños en las pozas del río… No está oliendo como decía su abuelo que olía Benínar a tomillo y a cal.

El ingeniero tenía otros encargos:
- Le pides perdón por las veces que me burlé de Antonio el de Carpo y Antonio Campoy y si ya han muerto, le pones un ramo de flores silvestres en la tumba donde estén descansando.
Para mis padres y abuelos, como se habrán quedado enterrados en el suelo del viejo cementerio, coges cuatro amapolas y cuatro espigas de las que nacen entre la cementera y las tiras al agua.
- Infórmate a donde llegan las aguas del pantano; ve a los ayuntamientos donde lleguen sus aguas. Al primero que encuentres, le pides un real.

Los reales que te den te los traes a Barcelona y se los pones en la tumba de tu abuela. Siento remordimiento por haberle recateado cada perra gorda que me pedía para ir a comprar. Esos reales es la herencia beninera.

Tu abuela sabes que era extremeña y nunca se creyó que mi herencia estaba en Benínar.
Nota:
El que escribe y relee una y otra vez el contenido, se siente unido:
- Gaoshan de Taiwuán.
- Karajá de Brasil.
- Innuit de Canada.Tantos y tantos pueblos que en nombre del progreso son atropellados. Lo más lamentable es que en estos momentos en América del Sur, en China o en África, se está empleando la misma táctica y el mismo argumento para expulsar a sus moradores.